Editorial

Vox entra en acción

En una democracia debe haber cuestiones que queden por encima de las batallas partidistas. Y la formación de Abascal ha venido para erosionar esos consensos

El senador de Vox Francisco José Alcaraz, al fondo, en una imagen de archivo.Kiko Huesca (EFE)

El diablo está en los detalles. Y uno de los mayores peligros es quitarles importancia y tratarlos como cosa secundaria, pues si se van deshilvanando una a una las minúsculas costuras de un sistema es el sistema entero el que termina yéndose abajo. El martes, Vox frustró en el Senado una declaración institucional de apoyo a los afectados por los incendios en Gran Canaria. El argumento fue que en la misma había una referencia al cambio climático y que esta operaba ahí como una repetición de “consignas progres”. La declaración solo podía salir adelante por unanimidad. Francisco José  Alcaraz, el...

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El diablo está en los detalles. Y uno de los mayores peligros es quitarles importancia y tratarlos como cosa secundaria, pues si se van deshilvanando una a una las minúsculas costuras de un sistema es el sistema entero el que termina yéndose abajo. El martes, Vox frustró en el Senado una declaración institucional de apoyo a los afectados por los incendios en Gran Canaria. El argumento fue que en la misma había una referencia al cambio climático y que esta operaba ahí como una repetición de “consignas progres”. La declaración solo podía salir adelante por unanimidad. Francisco José  Alcaraz, el senador del partido de extrema derecha, se negó a apoyarla. No es la primera vez que ocurre. En una ocasión anterior Vox frenó una declaración institucional contra la homofobia en el deporte. Defendieron su negativa insistiendo en razones parecidas: la consideraron un “panfleto ideológico” y la acusaron de pretender “colar la ideología de género por la puerta de atrás”.

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Se trata, sin duda, de asuntos sin consecuencias directas. Las declaraciones institucionales no tienen traducción en medidas concretas. Pero no son hechos intrascendentes, porque esas declaraciones operan precisamente como el recurso que sirve para soldar de nuevo, en torno a asuntos en los que se han construido a lo largo del tiempo consensos duraderos, a unas fuerzas políticas habitualmente enfrentadas en los conflictos políticos cotidianos. Apoyar a quienes han padecido los rigores de unas llamas que han asolado cerca de 12.000 hectáreas; procurar evitar cualquier tipo de marginación —sexual, en el caso de la homofobia— en un ámbito, como el del deporte, que precisamente invita a la participación de todos, más allá de cualquier diferencia son, deben ser, propósitos unánimes. En una democracia debe haber algunas cuestiones que queden por encima de las batallas partidistas. Y Vox ha entrado en acción justamente para erosionar esos consensos. Es ahí donde la ideología, la de extrema derecha, se ha puesto precisamente de manifiesto. El cambio climático está respaldado por el peso abrumador de las investigaciones científicas, y la igualdad forma parte del espíritu constitucional. Solo una ideología ultramontana e impositiva puede negar estos principios.

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Todas estas actitudes, de las que Vox ha hecho su principal bandera ideológica,están destinadas a sacar rédito propagandístico de unos gestos, pretendidamente heterodoxos y atrevidos contra posiciones que tachan de progresistas, y por eso debilitan a las fuerzas democráticas en su conjunto. El Senado ha tenido ya que renunciar a dos declaraciones institucionales sensatas y dignas de apoyo unánime, basadas en principios constitucionales. El responsable fue Vox. Las fuerzas que cuentan con su apoyo deberían tomar nota.

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