Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, obsesionados con su privacidad

El secretismo que rodea a su hijo y las medidas de seguridad de Frogmore Cottage, su hogar, están en el centro de las críticas a su estilo de vida

Los duques de Sussex, el pasado día 14.Ik Aldama (GTRES)

La casa del príncipe Enrique y Meghan en Frogmore Cottage es "prácticamente una fortaleza", afirma la escritora Katie Nicholl, especializada en asuntos de la familia real británica. La pareja ha hecho de la privacidad el factor clave de su vida. Una casa en la que se han gastado 2,7  millones de euros de los contribuyentes en reformarla a su gusto. Las obras fueron sufragadas por el Sovereign Grant, los fondos públicos con los que se fi...

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La casa del príncipe Enrique y Meghan en Frogmore Cottage es "prácticamente una fortaleza", afirma la escritora Katie Nicholl, especializada en asuntos de la familia real británica. La pareja ha hecho de la privacidad el factor clave de su vida. Una casa en la que se han gastado 2,7  millones de euros de los contribuyentes en reformarla a su gusto. Las obras fueron sufragadas por el Sovereign Grant, los fondos públicos con los que se financian los compromisos oficiales de los royals, el mantenimiento de los palacios reales ocupados y los sueldos del personal, mientras que los muebles, la decoración y otros accesorios los pagaron los Sussex de su bolsillo, al igual que cualquier mejora en las instalaciones que superara la calidad estándar aprobada. Adelantándose a la tormenta mediática, Sir Michael Stevens, responsable de cuentas y tesorero de la Corona, subrayóque los arreglos de Frogmore Cottage –que es la única residencia oficial de los Sussex– eran necesarios para garantizar el mantenimiento a largo plazo de la propiedad, y no fruto de un derroche extravagante de los duques. Pero la explicación no ha convencido del todo.

Meghan y Enrique están siendo muy critados en las últimas semanas por su manera de entender la privacidad. Primero fue el misterioso parto de la duquesa del que no trascendió hasta días después cuando y donde se había producido. Luego llegó el bautizo de su hijo Archie al que no tuvieron acceso las cámaras y del que no se sabe ni quienes fueron los padrinos. La seguridad sobre el acontecimiento es tal que los detalles del bautismo de Archie se guardan en un registro separado que la familia real lleva a cabo en nombre de la Corona, que no es accesible al público. Y, más tarde se produjo la controvertida aparición en Wimbledon de Meghan Markle que pidió a los responsables de su seguridad que evitaran que le hicieran fotos, una actitud que fue calificada de "infantil" por los medios británicos.

A todo ello hay que añadir el comentario de Meghan Markle sobre la situación en la que viven. Sucedió en el estreno de El rey León cuando Pharrell Williams volvió a conseguir un titular para los tabloides. Porque cuando le llegó el turno de saludar a los duques de Sussex se atrevió a felicitarles por su relación diciéndoles que en el mundo de hoy es difícil encontrar a dos personas tan enamoradas y con una relación afianzada. Las cámaras omnipresentes no se perdieron la respuesta de Markle: "No lo ponen fácil".

Vista general de Frogmore Cottage, el hogar de los duques de Sussex en Windsor, captada el pasado mes de abril.GETTY

Katie Nicholl, quien ha escrito una serie de biografías sobre la familia real, ha hablado de la "fortaleza"  en que se ha convertido Frogmore Cottage en un entrevista en la televisión británica. "La seguridad es tanta que está permitiendo a la pareja vivir la vida privada que tanto desean", ha dicho. La reforma de la casa ha incluido una remodelación de los jardines para hacerlos más frondosos, un muro de protección alrededor de la vivienda e insonorización de la propiedad.

Son muchas las voces que se alzan para hablar de la doble vara de medir de los duques de Sussex que por un lado quieren disfrutar de una vida anónima blindada a la curiosidad y por otro disfrutar de la posición que les brinda ser miembros de la familia real británica. El descenso de su popularidad parece quedar reflejado en el hecho de que Enrique y Meghan no hayan entrado en el top 10 de la lista de poder social –encabezada por los duques de Cambridge– que la revista Tatler, considerada la biblia de la alta sociedad, incluirá en su número de agosto.

 

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