Columna

Más política con minúsculas

Decidan sobre la cuantía de la prestación por hijo a cargo, los impuestos verdes o el salario mínimo. Esta política nos importa

Sesión constitutiva de la XIII Legislatura del Congreso de los Diputados. uly martín (EL PAÍS)

Se ha convertido en un lugar común decir que el principal problema de nuestras democracias es el cortoplacismo de nuestros representantes. Incapaces de pensar más allá de las próximas elecciones, se dice, no hacen política “con mayúsculas”, algo que nunca sabemos en qué consiste, pero que parece tener que ver con ser capaces de hacer sacrificios hoy a cambio de beneficios futuros.

El desajuste entre la estructura temporal de costes y beneficios de las políticas y los ciclos electorales es un problema serio (la poca ambición de las políticas contra la emergencia climática es el caso más ...

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Se ha convertido en un lugar común decir que el principal problema de nuestras democracias es el cortoplacismo de nuestros representantes. Incapaces de pensar más allá de las próximas elecciones, se dice, no hacen política “con mayúsculas”, algo que nunca sabemos en qué consiste, pero que parece tener que ver con ser capaces de hacer sacrificios hoy a cambio de beneficios futuros.

El desajuste entre la estructura temporal de costes y beneficios de las políticas y los ciclos electorales es un problema serio (la poca ambición de las políticas contra la emergencia climática es el caso más claro de ello), pero la miopía de nuestros políticos no es la culpable de todos nuestros males. De hecho, creo que hay motivos para pensar que a veces el problema es el contrario: el poco peso que el corto plazo, la política “con minúsculas”, tiene en los cálculos de nuestros líderes. El mejor ejemplo son las dificultades para formar Gobierno en el multipartidismo. Los partidos parecen estar dispuestos a sacrificar influencia en las políticas de hoy a cambio de estar mejor pertrechados en la guerra de trincheras futura.

Existen dos posibles explicaciones a este desdén por el corto plazo: una, el permanente discurso sobre la necesidad de acordar grandes pactos de Estado para solucionar todos los problemas del país. Entiéndaseme bien: ojalá se den las condiciones para pactar reformas sobre el modelo territorial, fiscal o educativo que gocen de consenso y que permitan diseñarlas pensando en el largo plazo. Pero el que esas condiciones hoy no se den no puede servir como excusa para cruzarse de brazos.

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La segunda explicación es que los partidos siguen creyendo que el electorado es volátil. Igual que Podemos supeditó su política de coaliciones a su competición con el PSOE, Ciudadanos renuncia hoy a influir en las políticas para poder suplantar al PP mañana. Los partidos parecen atados por sus prognosis sobre el sistema de partidos futuro, que igual cambia menos de lo que piensan.

Así pues: dejen de imaginarse el futuro y gestionen el presente. Decidan sobre la cuantía de la prestación por hijo a cargo, los impuestos verdes o el salario mínimo. La política con minúsculas nos importa. Y recuerden: en última instancia, el largo plazo no es más que una secuencia de muchos cortos. @jfalbertos

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