Columna

Umbral de xenofobia tolerable

Las palabras de Torra, como los tuits de Núria de Gispert, se entienden perfectamente en Europa: se parecen a los discursos de la extrema derecha

Núria de Gispert, en una imagen de archivo.Albert García

El PSC y Ciudadanos han pedido al president de la Generalitat que retire a Núria de Gispert, expresidenta del Parlament, la Cruz de Sant Jordi, cuya concesión se anunció esta semana. Poco después de que se comunicara el destino del galardón, que se otorga anualmente a personas que hayan “prestado servicios destacados a Cataluña en la defensa de su identidad especialmente en el plano cívico y cultural”, De Gispert compartió un tuit donde llamaba cerdos a Inés Arrimadas, Enric Millo, Juan Carlos Girauta y Dolors Montserrat. Otras voces de intelectuales y periodistas han pedido la retira...

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El PSC y Ciudadanos han pedido al president de la Generalitat que retire a Núria de Gispert, expresidenta del Parlament, la Cruz de Sant Jordi, cuya concesión se anunció esta semana. Poco después de que se comunicara el destino del galardón, que se otorga anualmente a personas que hayan “prestado servicios destacados a Cataluña en la defensa de su identidad especialmente en el plano cívico y cultural”, De Gispert compartió un tuit donde llamaba cerdos a Inés Arrimadas, Enric Millo, Juan Carlos Girauta y Dolors Montserrat. Otras voces de intelectuales y periodistas han pedido la retirada de la concesión.

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Es hasta cierto punto sorprendente que algunos medios consideren ese tuit “la gota que colma el vaso”. De Gispert ha publicado muchos mensajes parecidos, insultando a rivales políticos o diciéndoles que se vayan de Cataluña. La distinción degrada las instituciones catalanas: no solo revela la privatización de lo público, sino que pregona una voluntad excluyente. No se le da la cruz a De Gispert a pesar de sus mensajes xenófobos y antidemocráticos. Al revés: esos mensajes son la razón de la distinción.

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Cuando Quim Torra llegó a la presidencia de Cataluña y circularon sus escritos xenófobos, con insultos para votantes de otros partidos o la defensa de una visión unívoca de la identidad y del catalanismo, brotaron exégetas que explicaban que no era un xenófobo o un supremacista sino un esencialista romántico, y lamentaban que esas palabras no se comprendían bien fuera de contexto, por ejemplo en Europa. No deberían haber salido del lugar en que se pronunciaron, como aquellas declaraciones sexistas de Donald Trump que eran “conversación de vestuario”. Sin embargo, si a veces algunas cosas se ven mejor en su contexto, en otras ocasiones para entenderlas conviene sacarlas del mismo. El contexto forma parte del problema: está lleno de sobreentendidos que contribuyen a desdibujar la realidad y a naturalizar las anomalías. El vestuario de Trump estaba francamente podrido, y las palabras de Quim Torra, como los tuits de Núria de Gispert, se entienden perfectamente en Europa: se parecen a los discursos de la extrema derecha. La única diferencia es que el umbral de xenofobia tolerable es más alto en unos sitios que en otros y, como el olor a cerrado en una casa, se nota más cuando llegas de la calle. @gascondaniel

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