Columna

¿Retorno socialdemócrata?

Para que un partido en el continente sirva de guía al resto en su resurgimiento, además de vencer en las urnas será necesario que lo haga en las maniobras de gobierno

El actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez, hace unos días en la sede del PSOE.JUAN MEDINA (REUTERS)

La victoria del PSOE ha abierto una brecha de esperanza en el discurso socialdemócrata occidental. La ideología que gobernó Europa en su época dorada de estabilidad y crecimiento empezaba a ver este siglo como el de su ocaso. Ahora bien: para que un partido en el continente sirva de guía al resto en su resurgimiento, además de vencer en las urnas será necesario que lo haga en las maniobras de gobierno.

Es verdad que el socialismo español dispone de una plantilla para ganar elecciones. El politólogo Guillem Vidal apuntaba esta semana que la victoria del PSOE obedece precisamente a su cap...

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La victoria del PSOE ha abierto una brecha de esperanza en el discurso socialdemócrata occidental. La ideología que gobernó Europa en su época dorada de estabilidad y crecimiento empezaba a ver este siglo como el de su ocaso. Ahora bien: para que un partido en el continente sirva de guía al resto en su resurgimiento, además de vencer en las urnas será necesario que lo haga en las maniobras de gobierno.

Es verdad que el socialismo español dispone de una plantilla para ganar elecciones. El politólogo Guillem Vidal apuntaba esta semana que la victoria del PSOE obedece precisamente a su capacidad de reunir en su seno a viejos obreros con nuevos trabajadores socioculturales y de servicios. Un maridaje en el que siempre se basó la socialdemocracia, pero que ahora parecía imposible. El abismo que se abre en las preferencias en políticas económicas y culturales de las distintas clases sociales es precisamente lo que dificulta las coaliciones amplias.

El PSOE ha superado momentáneamente esta barrera, sí, pero ha sido gracias a dos hechos relativamente excepcionales. Por un lado, la derecha ha realizado el contradictorio y autosaboteador movimiento de unirse ideológicamente mientras fragmentaba sus esfuerzos electorales. Su agrupación en torno a un discurso de tintes nacionalistas contrastaba con la variedad de papeletas disponibles para el elector, dejándole irremediablemente lejos del primer puesto y lejos también de atraer al voto obrero, normalmente interesado en alternativas nacional-populistas que no han tenido cabida en un espacio que se ha definido insistentemente a sí mismo como liberal. Por otro lado, las nuevas izquierdas han demostrado una notable incapacidad de articular un partido sólido, funcional, que pudiese retener a los profesionales urbanos. Así que cabe preguntarse hasta qué punto es reproducible el éxito del PSOE en otros lugares.

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Pedro Sánchez tiene una oportunidad: la de imaginar, innovar en la búsqueda de puntos intermedios, de combinaciones de política pública que constituyan un nuevo pegamento socialdemócrata. Pero para ello él y su gente deberán arriesgar en las medidas, pensar un poco fuera del ciclo electoral precisamente para volver a él con más fuerza al final de la legislatura. Si no lo hace, es posible que se obligue a sí mismo a elegir por dónde prefiere perder. Exactamente igual que han tenido que hacer el resto de sus colegas socialdemócratas, que hoy le miran con esperanza. @jorgegalindo

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