Análisis

Sánchez en deuda con Casado

El presidente ha reclamado hoy "el verdadero espíritu de la Constitución" frente a unos partidos que lo estigmatizan acusándolo de ser ilegítimo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el último pleno del Congreso de la legislatura.Vídeo: J.P.Gandul (EFE) / EPV

En el último acto de la legislatura en el Congreso, Casado ha vuelto a optar por la sobreactuación retórica. ¡La moción de las mentiras! ¡Pacto con los enemigos de España! ¡Desfalco de la soberanía! En lugar de agudizar las contradicciones y debilidades de Pedro Sánchez, un presidente en apuros obligado a adelantar las elecciones por el fracaso de los Presupuestos tras frustrarse su proyecto de atr...

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En el último acto de la legislatura en el Congreso, Casado ha vuelto a optar por la sobreactuación retórica. ¡La moción de las mentiras! ¡Pacto con los enemigos de España! ¡Desfalco de la soberanía! En lugar de agudizar las contradicciones y debilidades de Pedro Sánchez, un presidente en apuros obligado a adelantar las elecciones por el fracaso de los Presupuestos tras frustrarse su proyecto de atraer a los secesionistas a los consensos parlamentarios, Casado ha conseguido moderar la imagen de Sánchez con estas actuaciones histriónicas exprimiendo el catálogo retórico de la vieja derecha. El PSOE sube en los sondeos. Y aunque está por ver si la caída de Podemos llegará a amenazar la cota de 150 escaños para la izquierda, sin duda Sánchez está en deuda con Casado y ese repertorio sainetesco: “El mayor traidor de nuestra legalidad”, “nadie hizo más daño a España en menos tiempo”...

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El líder del PP no ha bajado nunca el pistón pero lleva semanas pasándose de frenada, sobre todo con su performance de los 21 insultos, como si hubiera querido ponerse a la altura de los 21 puntos de Torra. Hoy ha acusado a Sánchez de usar a sus ministros como "escudos humanos". Va a agotar todo el campo semántico de la traición. A cambio, él se ha erigido en representante de “los españoles de bien”, con un reparto de carnés de buenos y malos españoles que es un viejo tic del franquismo sociológico impropio en un líder treintañero. Frente a esa impostura, Sánchez en la tribuna apelaba sensatamente a “la España real, abierta, tolerante, integradora; una España en la que cabemos todos” . En definitiva la derecha casi ha logrado, y no era fácil, que Sánchez parezca un presidente equilibrado. El éxito es sobre todo de Casado.

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A propósito del Brexit, el presidente Sánchez ha aprovechado para enfatizar el peligro de las ultraderechas populistas, que ha dinamitado consensos básicos y fracturado al Partido Conservador. Era una paráfrasis sobre Vox, claro está. Y efectivamente la irrupción del nacionalpopulismo por el extremo de la derecha ha alterado el mapa conservador: Ciudadanos se ha escorado en el centroderecha y el PP ha basculado mucho más allá. El discurso de "la derecha acomplejadita" ha funcionado. Y sobre todo ha hecho daño a Ciudadanos al empujarles a vetar al PSOE provocando que algunos de sus fundadores hayan alertado de esa deriva. También los liberales, como Garicano, no ocultan su incomodidad desde la foto de Colón. Aunque hoy Rivera ha querido mostrarse propositivo, se ha convertido en rehén del bloque de la triple derecha.

Sánchez ha reclamado hoy “el verdadero espíritu de la Constitución" frente a unos partidos que lo estigmatizan acusándolo de ser un presidente ilegítimo, un okupa en la Moncloa, hasta excluirlo finalmente, ahí es nada, del constitucionalismo. Y todo indica que esos excesos están movilizando incluso al electorado socialista más crítico con Sánchez, para reivindicar el legado del partido que más años ha gobernado España. Mientras en la derecha se enredan con el discurso de la anti-España, Sánchez parece cada vez más cómodo en el gran espacio que le han despejado en el centro y ha sacado la flauta hameliniana para mostrarse como presidente de "la España real, donde no cabe una sola idea de ser español sino muchas, porque eso es la esencia de la democracia". Esto ya no es parlamentarismo, sino campaña electoral.

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