Columna

Si nos va mal, lo abrimos al público

Las empresas culturales se parecen al chiste de los dos borrachos que cierran el último bar

Félix González y Eva Cosculluela, dueños de la librería Los Portadores de Sueños en Zaragoza. JULIO FOSTER

Las empresas culturales se parecen al chiste de los dos borrachos que cierran el último bar. Uno dice al otro: “Se me ha ocurrido una idea genial”. “¿Cuál es?”. “Montar un bar tú y yo”. “¿Y si nos va mal?”. “Entonces, lo abrimos al público”.

En 2019 cumple 50 años la editorial Anagrama: muchos lectores de todo el mundo de habla hispana podemos olvidar el nombre de las leyes educativas con las que estudiamos, pero no lo mucho que hemos aprendido con sus libros. Anagrama es un ejemplo exitoso de vocación y negocio, un modelo para muchas editoriales independientes posteriores, como Xordica...

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Las empresas culturales se parecen al chiste de los dos borrachos que cierran el último bar. Uno dice al otro: “Se me ha ocurrido una idea genial”. “¿Cuál es?”. “Montar un bar tú y yo”. “¿Y si nos va mal?”. “Entonces, lo abrimos al público”.

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En 2019 cumple 50 años la editorial Anagrama: muchos lectores de todo el mundo de habla hispana podemos olvidar el nombre de las leyes educativas con las que estudiamos, pero no lo mucho que hemos aprendido con sus libros. Anagrama es un ejemplo exitoso de vocación y negocio, un modelo para muchas editoriales independientes posteriores, como Xordica, que cumple 25 años. Para que sobrevivan es necesario un tejido cultural: forman parte de él editoriales más grandes, suplementos culturales, revistas, programas de televisión y radio, espacios de Internet, clubes de lectura, librerías de cadena e independientes. Y, sobre todo, lectores. Ese tejido se deshilacha. Librerías y editoriales compiten con un mayor flujo de información y relatos, con una realidad quizá no más interesante, pero sí más ruidosa, con otras formas de entretenimiento y nuevos estilos de consumo. Los trabajadores del sector se enfrentan a la precarización. Hace ya tiempo que valoramos las novelas por la importancia de los temas que tratan y por su vínculo con el asunto del momento, que siempre parece urgente, pero nunca sabemos si es importante. La fragmentación del mercado y la crisis de la mediación han alterado el sector y la mayoría de los novelistas son como poetas: practicantes de algo más o menos prestigioso, pero minoritario, que ya no ofrece claves ampliamente compartidas para entender el mundo.

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La cultura es una conversación. Ha mutado y seguirá mutando. Hay transformaciones que no se pueden detener, pero tampoco debemos perder de vista cosas sencillas e importantes. Esa conversación se nutre de personas y lugares, de espacios virtuales y físicos que propician la circulación de autores y sellos más o menos conocidos, que generan un intercambio de ideas y también de afectos. La zaragozana Portadores de Sueños, ganadora del Premio Librería Cultural, era uno de esos lugares: acaba de anunciar su cierre por motivos económicos tras 14 años de actividad. Cuando acaba la aventura les debemos agradecer la felicidad repartida el tiempo que han estado abiertos al público. @gascondaniel

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