Rey o reina, los lisboetas divididos en las fiestas navideñas

Confeitaria Nacional, Alcoa, Benard, Garrett, Califa o Scala son templos del popular postre 'bolo rei'

De izquierda a derecha, 'bolo rei' y 'bolo rainha' de la pastelería Bernard.J. M.

¿Rey o reina? Llegan las navidades y los lisboetas eligen entre las dos opciones. Se trata del dulce típico de estas fiestas en sus dos versiones más populares el roscón de rey (relleno de frutas escarchadas) o el roscón de la reina (relleno de frutos secos). Hasta ahí llega la pacífica discusión, después viene otra más crispada, en qué pastelería se encuentra el mejor bolo rei de Lisboa.

En el injustamente clasificado cuarto país más pacífico del mundo (este año le ha superado Austria, además de los inamovibles Islandia y Nueva Zelanda), las polémicas tienen el tamaño de un pa...

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¿Rey o reina? Llegan las navidades y los lisboetas eligen entre las dos opciones. Se trata del dulce típico de estas fiestas en sus dos versiones más populares el roscón de rey (relleno de frutas escarchadas) o el roscón de la reina (relleno de frutos secos). Hasta ahí llega la pacífica discusión, después viene otra más crispada, en qué pastelería se encuentra el mejor bolo rei de Lisboa.

En el injustamente clasificado cuarto país más pacífico del mundo (este año le ha superado Austria, además de los inamovibles Islandia y Nueva Zelanda), las polémicas tienen el tamaño de un pastel de nata, de una palmera de hojaldre o del roscón de reyes. Para que no crean que es una exageración, esta semana el presidente de la república, Marcelo Rebelo de Sousa, reconmino al portavoz de los bomberos y al Gobierno para que moderaran su lenguaje (uno le llamó al otro mentiroso).

A lo que vamos, qué mayor prueba de reconciliación que el navideño bolo rei y bolo rainha en un país sin reyes. En España, de un momento a otro aparecerá el roscón de la República y, ya que estamos, del Repúblico; pero en Portugal se cuidan las tradiciones sea cual sea su sistema de Estado o creencias religiosas, porque tampoco el nombre del dulce postre recuerda la festividad de los Reyes Magos, que no se celebra en el país.

Sea como fuere, a finales ya de octubre, las pastelerías de Lisboa comienzan a exhibir sus roscones, bien con frutas escarchadas, bien con frutos secos. Los grandes llevan un haba dentro, como los españoles, y ahí acaban las semejanzas pues el roscón es una masa densa, más tirando a plum cake que a bizcocho. No hay versiones de nata, crema o chocolate en su interior, por tanto, la compañía de una copita de vino dulce o de Oporto es muy aconsejable.

La Confeitaria Nacional (fundada en 1829) es uno de los templos lisboetas del roscón. Se dice que fue el primer lugar en donde se vendió, allá por 1870, con una receta traída de París, origen del nombre del pastel. Su fama es tal, que la pastelería de la plaza de la Figueira tiene un mostrador dedicado únicamente a esos encargos.

No hay pastelería que se precie sin su propia versión de la tarta. En algunas de ellas hay que realizar los encargos con tiempo o guardar colas en estos domingos ya casi navideños. Es el caso de El Califa, en el barrio de Benfica, el Scala en Amadora o aún más allá, en Estoril, Garrett.

En el centro de Lisboa, destaca los bolos individuales del Benard, que celebra sus 150 años de vida; y Alcoa, un especialista de la repostería conventual, a base de yemas de huevo, ambos en la rua Garrett.

Para la cata del roscón de rey o de reina es también muy aconsejable un buen chocolate caliente, haga o no haga frío. Al fin y al cabo, hablamos de tradiciones y no de temperatura o dietética. En Lisboa hay dos lugares de buen chocolate, una vez desechados todos los sucedáneos de leche con cacao (incluso con pajita).

Uno de ellos es el KaffeeHaus, que, a falta de bolo rei, tiene un majestuoso apfelstrudel. Este café vienés llegó al Chiado hace 10 años, y es la mejor prueba de que no todo lo nuevo que se abre en la ciudad es malo, ni mucho menos. KaffeeHaus es una cafetería acogedora y tranquila. Su chocolate con nata es bueno, pero la medalla de oro, inapelable, es sin duda para Bettina y Nicoló Corallo.

Hace tres años, la pareja inició su aventura cafetera y chocolatera, en todos sus estados, en un pequeño local de Príncipe Real, entre restaurantes caros y ropa para pijos. Reunían todos los votos para el fracaso, sin embargo, sus chocolates artesanales de gran calidad con cacaos de Santo Tomé pronto llamaron la atención de los adictos de la ciudad. Ahora han abierto un segundo local en el ruidoso y agobiante Mercado da Ribeira, será negocio seguro, pero para disfrutar del placer de una taza de chocolate caliente con roscón de rey de la vecina Panificadora de São Roque, lo suyo es, claro, en Príncipe Real.

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