Las necesidades de nutrientes de una gestante son superiores a las de una mujer sana en etapa no reproductiva. De la ingesta correcta de vitaminas, proteínas y minerales depende, por un lado, su bienestar (menor riesgo de diabetes gestacional o disminución de las náuseas y el estreñimiento), y por otro, el desarrollo adecuado del feto. No solo eso, la salud durante la vida adulta y la probabilidad de sufrir o no algunas dolencias crónicas dependen en parte de haber tenido una nutrición adecuada antes de nacer, según ha reconocido la OMS.
Más que comer por dos, como sostiene erróneamente el dicho popular, se trata de garantizar los requerimientos nutricionales específicos durante este periodo. Los estudios disponibles indican, sin embargo, que la dieta de las embarazadas españolas incumple las guías alimentarias: la mitad no alcanzan la recomendación de consumo de frutas y verduras, pescado o lácteos, lo que se traduce en una ingesta insuficiente de nutrientes clave como vitamina D, hierro, yodo, ácido fólico o calcio.
Siete de cada diez embarazadas consumen suplementos farmacológicos para paliar estos déficits. Otra opción consiste en aportar los micronutrientes de forma más natural por medio de la fortificación de alimentos como cereales y derivados o lácteos fermentados, y especialmente a través de la leche. “Por su frecuencia de consumo es un vehículo ideal para el enriquecimiento y la fortificación de la dieta con determinados nutrientes, como el calcio, la vitamina D o los ácidos grasos omega-3”, señala en sus conclusiones el informe La leche como vehículo de salud en situaciones fisiológicas especiales: mujer gestante, una revisión de la evidencia científica sobre la alimentación en esta fase elaborado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN), junto con la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
En este contexto, la innovación alimentaria tiene mucho que decir. ¿Qué aportan las leches enriquecidas que nos encontramos en los supermercados? La doctora María Jesús Cancelo explica que “pueden ser de utilidad para alcanzar las ingestas aumentadas de determinados nutrientes fundamentales para el desarrollo presente y futuro del niño, así como para el mantenimiento de la salud de la madre”.
Más proteínas y más calcio durante el embarazo
La leche es rica en vitamina B12, vitamina A, fósforo, proteínas de alta calidad, y especialmente en calcio y vitamina D, nutrientes imprescindibles en la dieta de la futura madre, que ha de reunir tres características: debe ser completa, variada y equilibrada. Las investigaciones confirman que las leches suplementadas contribuyen a este objetivo y, según apunta la revisión de estudios hecha por las sociedades científicas, “podrían tener un impacto positivo en el desarrollo visual y cognitivo del niño”.
Durante el embarazo las necesidades, por ejemplo, de proteínas aumentan un 50%, y las de calcio un 30%. Todos los nutrientes juegan un papel importante, pero este mineral es imprescindible en la salud. De ahí que el consumo de leche resulte capital. El profesor Ángel Gil, presidente de FINUT y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada, explica que su ingesta “no solo mejora el estado nutricional de la mujer gestante, sino que también tiene efectos sobre el crecimiento fetal y el peso al nacer”.
Los especialistas recomiendan consumir un vaso de leche o una ración de lácteos tres o cuatro veces al día, una indicación que solo siguen una de cada dos gestantes, según la revisión de los estudios existentes. Presente en la despensa de la práctica totalidad de los hogares españoles, facilita, además, el cumplimiento de otra de las indicaciones de la dieta para las gestantes: incrementar el consumo diario de líquidos (entre 2 y 2,5 litros), especialmente durante las comidas.
Sí a los lácteos por su alta calidad nutricional
Las guías alimentarias insisten en que durante el periodo de gestación, igual que en los de preconcepción y lactancia, hay que comer de todo, sin abusar de ningún alimento. Salvo que las condiciones de salud así lo exijan, no hay que suprimir ninguno, pero conviene poner el acento en algunos, como la leche y los lácteos, que juegan un papel insustituible en la dieta de la embarazada. El informe realizado por FEN, FINUT y SEGO, los califica así en sus conclusiones por “su alta calidad nutricional”. Son la principal fuente de calcio para el organismo y este es biodisponible, es decir, “potencialmente absorbible por el intestino y que puede utilizarse en la mineralización ósea o limitar la pérdida de masa ósea”.
La salud en una etapa fisiológica especial como es el embarazo requiere escoger con criterio qué alimentos y en qué proporción deben integrar la dieta. No siempre es así. “Por eso es fundamental incidir en la educación alimentaria y nutricional que permita a la mujer estar bien informada sobre los hábitos más beneficiosos que le pueden aportar en este periodo y, al mismo tiempo, ayude a desterrar muchos falsos mitos que existen sobre la alimentación durante el embarazo”, concluye el estudio.
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