Rafael Correa y el síndrome de los expresidentes

El exmandatario de Ecuador se vuelca en una operación de desgaste de Lenin Moreno

Rafael Correa, expresidente de EcuadorEFE

Los ecuatorianos asisten desde hace meses a la reescritura, de momento parcial, de un libro que se suponía ya escrito. El expresidente Rafael Correa, impulsor del llamado socialismo del siglo XXI, gobernó el país durante una década con un estilo mesiánico y autoritario. Antes de dejar el poder, designó como candidato a Lenín Moreno, que había sido vicepresidente en su primer Gobierno. Este se presentó a las elecciones en un clima de elevada tensión social y, con talante conciliador, ganó por la mínima. Al asumir el cargo, en mayo, prometió independencia de su antecesor.

El proceso de su...

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Los ecuatorianos asisten desde hace meses a la reescritura, de momento parcial, de un libro que se suponía ya escrito. El expresidente Rafael Correa, impulsor del llamado socialismo del siglo XXI, gobernó el país durante una década con un estilo mesiánico y autoritario. Antes de dejar el poder, designó como candidato a Lenín Moreno, que había sido vicepresidente en su primer Gobierno. Este se presentó a las elecciones en un clima de elevada tensión social y, con talante conciliador, ganó por la mínima. Al asumir el cargo, en mayo, prometió independencia de su antecesor.

El proceso de sucesión encerraba una voluntad de control que se fue resquebrajando y ha derivado en una guerra abierta entre los dos líderes del Movimiento Alianza País. Correa se ha volcado en una operación de desgaste que, en contra de lo deseado, ha contribuido a aumentar la popularidad del actual presidente, según las principales encuestas. Moreno denunció a su antiguo mentor, que reside en Bruselas, por dejar una cámara oculta en su despacho, le achacó una mala gestión de los recursos públicos y aseguró que en su última etapa hubo “mucha corrupción”. La semana pasada, el número dos del Ejecutivo, Jorge Glas, el hombre más correísta de su entorno, fue condenado a seis años por el caso Odebrecht.

El exmandatario ha emprendido una campaña contra una consulta popular, convocada para febrero, que busca eliminar la reelección indefinida que él aprobó. Su objetivo es volver, dice, para no perder lo logrado. Emplea buena parte de su tiempo en llamar traidor a Moreno desde las redes sociales y los dos se acusan mutuamente de querer llevar el país hacia una dictadura.

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El choque de personalidades es tan evidente que hay opositores que creen que se trata de un montaje. El presidente se muestra, no obstante, tan dolido que, en una conversación con EL PAÍS, llegó a comparar a su ya principal adversario con Gollum, el hobbit de El señor de los anillos obnubilado por el poder.

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