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Reconstrucción de Siria

Alepo cumple un año desde que las tropas regulares sirias expulsaran a unos 2.000 insurrectos y yihadistas que se atrincheraban en un puñado de barrios. Recorremos las tres principales urbes de la denominada ´Siria útil´- Alepo-Homs y Damasco- en la zona bajo control de las tropas regulares donde se agolpa el 70% de la población siria.

Estas son las vistas que esperan a aquellos desplazados de los barrios más afectados de Homs por la guerra que se ven obligados retornar a sus hogares al no poder afrontar un alquiler.Natalia Sancha
Ahmad Halar, de 58 años y antiguo portero, tuvo que abandonar su casa en el barrio kurdo de Sheij Massoud el 15 de junio de 2014 “porque las milicias kurdas me pedían a uno de mis hijos en sus filas para poder quedarnos”, aduce. Sobreviven con los 65 euros que logran juntar entre la pensión de viudedad de su nuera y el sueldo que el patriarca gana cargando bidones de aceite en una fábrica. No pueden costearse los 50 euros de alquiler que les piden por el arriendo de un piso sin amueblar, así que han decidido ocupar este edificio en ruinas. Natalia Sancha
Alepo cumple un año desde que las tropas regulares sirias expulsaran a unos 2.000 insurrectos y yihadistas que se atrincheraban en un puñado de barrios. Cuesta creer que haya vida entre tremenda montaña de escombros, pero, la colorida colada que asoma sobre el poyete de un balcón, señala que, allí, ha regresado una familia de desplazados. Natalia Sancha
Blanquecinos ladrillos contrastan con los boquetes en las paredes frontales de los pisos vecinos, que exponen impúdicamente salones y baños como si de una casa de muñecas se tratara. Desde la ventana de esta morada, en el devastado barrio al Sukkari en Homs, se escucha la voz del muecín que llama a sus fieles desde lo alto de un minarete, único vestigio de lo que fuera una mezquita. Las vistas de su casa dan a un antiguo colegio, hoy reducido a la horizontal como el 40% de las instituciones educativas del país. Un grupo de niños juegan al fútbol entre porterías construidas con restos de pupitres. Natalia Sancha
A pesar del grado de destrucción de algunos barrios, es en los espacios públicos donde se percibe el mayor ajetreo de obreros y camiones de cemento. El viejo zoco de Alepo, añejo en más de 3.000 años, ha sido destruido al 70% por los combates. Las grúas se balancean sobre la mezquita omeya y entre callejas se avistan improvisados tenderetes apostados en plena calle. Natalia Sancha
Sin aviones ni morteros sobrevolando sus cabezas, los ciudadanos se acercan en masa para visitar el casco antiguo de la ciudad de Alepo.Natalia Sancha
Esta semana varios comerciantes del Zoco de Alepo han reabierto sus tiendas y la avenida está a rebosar de clientes. Natalia Sancha
En el camino de regreso de Alepo a Damasco, hacemos una parada de dos días en Homs. Las autopistas huelen a asfalto recién esparcido y los escombros que torpedeaban el camino 10 meses atrás han desaparecido. Aquellos poblados de paso como Esfira, recobran sus interminables atascos. Autobuses, camiones repletos de mercancías o furgonetas cargadas de familias de desplazados estrujados entre bártulos hacen cola para atravesarlo. Natalia Sancha
Llegando a Homs, nos enfrentamos de nuevo al indescriptible escenario fruto de la destrucción humana. El barrio de Khaldíe es de los más afectados. Allí, hileras de edificios derrumbados se relevan hasta donde alcanza la vista. Un puñado de soldados saludan afables a los conductores de autobuses y taxistas que, de cuando en cuando, impregnan de movimiento la estática imagen de postguerra.Natalia Sancha
Entre tartas de hormigón y lianas de metal se avista la luz de una farola. A pocos metros camina una familia cogida de la mano. “Íbamos al centro a tomar un helado”, responde Nibal Kabani, ingeniera civil y madre de cinco, cuya menor, Lama, de 9 años, no oculta su enfado al ver que la entrevista trunca su paseo semanal. Natalia Sancha
La familia Kabani, de siete miembros, ha regresado a su casa en Homs hace un mes y medio. Han tardado seis meses en adecentar su hogar. El hijo mayor, Ahmed Kabani y estudiante de medicina, muestra en su móvil lo que fuera el dormitorio de sus padres antes de los trabajos de rehabilitación. Natalia Sancha
El barrio de Khaldíe es de los más afectados de Homs. Allí, hileras de edificios derrumbados se relevan hasta donde alcanza la vista. El 27% de los hogares de las urbes sirias han sido destruidos, reza un informe del Banco Mundial que cifra la factura económica de la guerra siria en 200.000 millones de eurosNatalia Sancha
Es la primera vez en seis años que los Badous se han atrevido a aventurarse a regresar a su hogar. Con la inmunidad psicológica que confieren largos años de guerra y trauma, el trágico momento no es uno de llantos y lamentos como cabía esperar. Las mujeres se llevan las manos a la boca o a la cabeza, y apenas avanzan un par de metros para evitar hundirse en un suelo inestable. “Mira donde han ido a parar las cortinas”, dice la matriarca, al tiempo que recoge un mechero del suelo. “Buff, no queda nada”, resopla su hermana, incapaz de asimilar lo que tiene en frente. Natalia Sancha
Al igual que ocurre en Alepo, la reconstrucción del zoco de Homs avanza a buen ritmo. “Hemos rehabilitado 165 de los 380 comercios”, cuenta Bahaa Khuzan, responsable del proyecto de rehabilitación financiado por el PNUD. Natalia Sancha
A medio día comienza el tronar de ráfagas de kalashnikov en el cementerio de Ferdus, en el centro de Homs. Con la habitual lluvia de ardientes casquetes de bala sobre los allí congregados. En realidad, este terreno fue proyectado como parque, pero la guerra lo ha condenado a convertirse en el camposanto de los mártires. Centenares de tumbas siembran la tierra. La mayoría de soldados, como Shadi, en la veintena, que enterró el pasado jueves su familia entre el gimoteo desconsolado de su mujer y el murmuro de los rezos. Murió en el frente de Hama, recordando que mientras tres cuartos del país intentan reconstruir su vida, otro cuarto sigue sumido en los frentes de batalla. Todas las tumbas están fechadas desde el 2012 en adelante. Los más pequeños han caído en la miríada de atentados terroristas que han sacudido la ciudad. Natalia Sancha
Casarse se han convertido en uno de los principales desafíos para los jóvenes sirios, generación que arrastra una tasa de desempleo del 78%. “La boda ha costado unos 350 euros, sin contar la casa claro”, dice un embriagado Mohamed en su noche de boda en Homa. Las novias alquilan los trajes de boda por entre 15 y 30 euros, y los banquetes se reducen a un escueto tapeo y refrescos. Pero a pesar del duelo que cada familia carga con al menos un muerto durante la contienda, estas parejas han decidido iniciar una nueva vida. Natalia Sancha
Imagen tomada en agosto de 2014 en la barriada de Meliha, periferia de Damasco. Conforme la vida parece retornar a las principales urbes y los desplazados regresan con cuneta gotas a sus hogares, en el remanente de bolsas insurrectas prosiguen los combates, los bombardeos y la escasez de víveres. La periferia de Damasco nos ha sido inaccesible, debido a los combates allí activos. En esos barrios, que EL PAIS ha cubierto en los últimos años, como Jubar, Meliha, Daralla o Yarmouk, apenas queda el 25% de la población inicial. En esos barrios, nadie se ha aventurado para valorar los daños de a la guerra. Natalia Sancha
Comparativa de la ciudad de Homs de 2015 a 2017.Natalia Sancha
Comparativa de la ciudad de Homs de 2015 a 2017.Natalia Sancha
Comparativa de la ciudad de Homs de 2015 a 2017.Natalia Sancha
Comparativa de la ciudad de Alepo de febrero a noviembre de 2017.Natalia Sancha