La firma fetiche de Diana de Gales desempolva sus archivos

“Febrero de 1982”. Said Cyrus, viudo de la diseñadora Catherine Walker y co-fundador y actual jefe de diseño de la marca, no titubea al ser preguntado sobre el momento en el que conoció en persona a Diana de Gales. “Había llevado alrededor de una docena de vestidos de premamá nuestros durante su embarazo del príncipe Guillermo. Un día decidió pasarse por la tienda, y así comenzó una relación que se prolongó 16 años”, recuer...

“Febrero de 1982”. Said Cyrus, viudo de la diseñadora Catherine Walker y co-fundador y actual jefe de diseño de la marca, no titubea al ser preguntado sobre el momento en el que conoció en persona a Diana de Gales. “Había llevado alrededor de una docena de vestidos de premamá nuestros durante su embarazo del príncipe Guillermo. Un día decidió pasarse por la tienda, y así comenzó una relación que se prolongó 16 años”, recuerda. La primera prenda que les encargó tras esa visita fue un abrigo de lana roja con detalles en terciopelo negro, y los bocetos de esa y otras muchas piezas, con anotaciones y sugerencias del puño y letra de la princesa incluidas, se exponen durante 48 horas en una muestra privada que conmemora el 40 aniversario de la firma Catherine Walker & Co.

Por supuesto, no solo se exhiben dibujos. Cyrus ha elegido de entre sus archivos, formados por unas 400 piezas, los diseños que considera más representativos de su trayectoria, y entre ellos hay nueve modelos que vistió Diana en distintos momentos de la década de los 90. Por ejemplo, el traje de noche negro de crepé de seda con cuello halter con el que acudió al Palacio de Versalles en 1994, y que el modisto sospecha que era uno de sus favoritos, o el vestido rojo que llevó en el que sería su último acto público diurno antes de morir.

Mención especial merece el vestido largo con perlas, lentejuelas y cristales bordados que se puso para acudir a su primer compromiso importante después de su divorcio, una gala en Washington en 1996 en la que tenía que dar un discurso. “A su regreso nos envió una carta encantadora donde nos decía que el vestido le había dado mucha confianza”, comenta Cyrus señalando la nota manuscrita. No es la única prueba de la familiaridad que existía entre Diana y Catherine Walker, que con los años se convirtió en su amiga además de en su diseñadora de cabecera. En otra de las cartas aquí expuestas, la princesa le agradece a Walker el envío de unos bocetos y termina la misiva con lo que hoy llamaríamos un emoticono sonriente.

La muestra, que termina el 18 de octubre y no está abierta al público (solo puede visitarse por invitación), tiene como marco la aristocrática mansión Spencer House, la residencia ancestral de la familia Spencer, hoy en manos de Charles, el hermano pequeño de Lady Di. Además de los nueve modelos de la princesa, incluye otros vestidos emblemáticos del archivo de la marca y una selección de su actual colección de otoño.

“Hay tres características que consideramos muy propias y que sentíamos que merecía la pena revisitar esta temporada: la sastrería, el encaje y los bordados”, afirma Cyrus, que continuó en solitario con el negocio tras la muerte de su mujer en 2010 a consecuencia de un cáncer. Él y Catherine se habían conocido en 1976, lanzaron su firma un año más tarde y en muy poco tiempo convirtieron su atelier en Chelsea (ubicado, curiosamente, en el que fue el hogar de una costurera de la reina Victoria), en parada obligada de la alta sociedad británica. Su objetivo hoy no es otro que continuar siendo relevantes, y el hecho de tener a la duquesa de Cambridge como clienta es señal de que van por buen camino.