¿Doblemente desiguales?

La abstención es mayor entre los parados, y el desempleo de larga duración acaba desmovilizando políticamente a quien lo sufre

Ambiente de votación en un colegio electoral de Valencia en las elecciones legislativas del 26-J. Mónica Torres

La participación política de los más pobres siempre ha sido uno de los retos de la democracia. En la democracia ateniense, por ejemplo, existía una indemnización llamada mysthoi para quienes asistieran a la Asamblea y a otros órganos. Con ello se trataba de promover la participación de los más pobres, para quienes el coste de oportunidad de involucrarse en los asuntos públicos (perder un jornal) era muy alto.

A día de hoy, la relación entre participación política y situación económica sigue siendo similar. Quienes por ingresos, educación u ocupación tienen un status so...

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La participación política de los más pobres siempre ha sido uno de los retos de la democracia. En la democracia ateniense, por ejemplo, existía una indemnización llamada mysthoi para quienes asistieran a la Asamblea y a otros órganos. Con ello se trataba de promover la participación de los más pobres, para quienes el coste de oportunidad de involucrarse en los asuntos públicos (perder un jornal) era muy alto.

A día de hoy, la relación entre participación política y situación económica sigue siendo similar. Quienes por ingresos, educación u ocupación tienen un status socioeconómico más bajo participan menos en política. Esta es una regla casi universal en las sociedades occidentales.

Siendo esto así, ¿qué efectos políticos cabe esperar de la creciente desigualdad económica en España? Hasta ahora el debate sobre la crisis ha estado dominado por el aumento de la desigualdad en los ingresos, pero existen razones para preguntarse sobre la dimensión política de la desigualdad económica.

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Una primera razón son los efectos políticos del desempleo. Distintos estudios muestran que la abstención es mayor entre los parados y que el desempleo de larga duración acaba desmovilizando políticamente a quien lo sufre. Como el impacto del desempleo no es igual entre distintos grupos socioeconómicos, la desigualdad económica puede acabar trasladándose al plano político.

Una segunda razón es que, aunque ha aumentado el interés y discusión sobre los asuntos públicos durante la crisis, no está claro que esa mejora haya sido igual para todos. Según datos del CIS, entre 2006 y 2016 el porcentaje de ciudadanos de clase alta-media alta que se declaraba “muy interesado” por la política prácticamente se dobló, mientras que entre los obreros permaneció casi igual.

La desigualdad política tiene un efecto devastador sobre el funcionamiento de la democracia porque sesga la representación política hacia los intereses de los sectores más movilizados, hacia los que tienen voz. Por eso es importante que, al valorar el legado de la crisis económica, también atendamos a su dimensión política. @sandraleon_

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