Los excesos de Ramadán

En el mes sagrado musulmán aumentan los atracones y disminuyen las horas de sueño

Un puesto de dulces en Siria durante el mes sagrado del Ramadán.AMMAR ABDULLAH (REUTERS)

Ya está de nuevo aquí el Ramadán, el mes de ayuno para los musulmanes. A menudo, en los países donde el islam es religión oficial, los medios locales citan a médicos y otros expertos que defienden las bondades de la privación periódica de alimentos. El visitante duda, sobre todo en la península Arábiga, donde por estas fechas el día dura casi 14 horas y las temperaturas superan los 40º C.

El ayuno “ayuda a perder peso y grasa de la barriga, mejora la función cerebral y reduce el riesgo de diabetes”, asegura un ...

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Ya está de nuevo aquí el Ramadán, el mes de ayuno para los musulmanes. A menudo, en los países donde el islam es religión oficial, los medios locales citan a médicos y otros expertos que defienden las bondades de la privación periódica de alimentos. El visitante duda, sobre todo en la península Arábiga, donde por estas fechas el día dura casi 14 horas y las temperaturas superan los 40º C.

El ayuno “ayuda a perder peso y grasa de la barriga, mejora la función cerebral y reduce el riesgo de diabetes”, asegura un reportaje de The National citando como fuente una web de vida sana. Tal vez fuera cierto si la abstinencia de comer y beber durante el día no supusiera grandes atracones nocturnos y disminución de las horas de sueño a causa de trasnochar.

De hecho, en Emiratos Árabes Unidos (EAU) se reduce la jornada laboral en dos horas diarias (una práctica también habitual en otros países de Oriente Próximo), y los responsables de tráfico piden que se extreme la precaución en las carreteras; han comprobado que aumentan los accidentes debido al cansancio (por la mañana) o a los nervios para llegar a casa antes de la ruptura del ayuno (a la puesta de sol).

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De poco sirven las recomendaciones de evitar atiborrarse con la primera comida (iftar) o dormir las suficientes horas. Como otras prácticas religiosas, el Ramadán se ha convertido en una ocasión social. Las reuniones con familiares, amigos e incluso compañeros de trabajo se alargan hasta pasada la medianoche, y el despertador suena para tomar la última comida antes del amanecer (suhur).

Aunque el nivel de la fiesta varía de El Cairo a Teherán (y en países como Siria o Yemen hay poco que festejar), el ayuno convierte la comida en obsesión. Así que nada como los afamados bufés de Dubái para saciarse. Sin embargo, conscientes de las cantidades de alimentos que se desperdician (hasta 4,5 kilos de comida por persona durante este mes sagrado), las autoridades de EAU han lanzado una campaña de concienciación y creado el primer banco de alimentos para gestionar los excedentes.

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