Tribuna

Contener a Trump

A la UE le interesa proteger el acuerdo con Irán, garantizar que todas las parte lo cumplan

Obama defiende en la Universidad el Acuerdo nuclear con IránEFE

Durante su campaña, el presidente electo estadounidense, Donald Trump, no dio muchas explicaciones sobre su política exterior. Ahora bien, sí dejó muy claras unas cuantas cosas: además de aniquilar el llamado Estado Islámico y entablar una guerra comercial con China, Trump prometió “desmantelar el desastroso acuerdo con Irán”. El pacto, que logró que Teherán dejara de engañar al mundo sobre su programa nuclear, no sólo es uno de los pocos triunfos de la política exterior europea, sino que es un ejemplo de cómo afrontar colectivamente y con éxito un problema mundial.

Con la elección de T...

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Durante su campaña, el presidente electo estadounidense, Donald Trump, no dio muchas explicaciones sobre su política exterior. Ahora bien, sí dejó muy claras unas cuantas cosas: además de aniquilar el llamado Estado Islámico y entablar una guerra comercial con China, Trump prometió “desmantelar el desastroso acuerdo con Irán”. El pacto, que logró que Teherán dejara de engañar al mundo sobre su programa nuclear, no sólo es uno de los pocos triunfos de la política exterior europea, sino que es un ejemplo de cómo afrontar colectivamente y con éxito un problema mundial.

Con la elección de Trump, corresponde ahora a los europeos —impulsores de un proceso diplomático de 10 años de duración— defender el histórico acuerdo. En Estados Unidos, la idea de que podía lograrse “un acuerdo mejor”, que estaba muy extendida, quedó refutada con los intensos debates tras la firma del acuerdo en julio de 2015. Los que quieren revocar el acuerdo prefieren una “solución” completamente distinta: o bien obligar a Irán a ceder con un aislamiento económico cada vez mayor, o bien eliminar las infraestructuras nucleares del país —y tal vez su régimen— mediante una intervención militar. No hay más que fijarse en Cuba e Irak para ver lo bien que han funcionado esas estrategias.

El acuerdo sigue siendo la mejor solución contra la amenaza que representaban las actividades nucleares clandestinas de Irán para el régimen de no proliferación y países vecinos como Israel. Es la expresión colectiva de los intereses de todos sus firmantes: Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Irán, Reino Unido, Rusia y la Unión Europea. Y está garantizado por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tiene toda la legitimidad internacional posible.

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Este acuerdo histórico llevará un año casi exacto en vigor y siendo fielmente respetado por todas las partes cuando el presidente Trump jure su cargo. No se limita a la “mera” contención del programa nuclear de Irán, sino que encarna una concepción global de cómo debería funcionar (idealmente) el mundo: mediante compromisos y normas acordadas suscritas por todos los interesados y que, en caso de ser infringidas, cuenten con el respaldo de un régimen de sanciones multilateral y estricto. Además, el acuerdo representa la actitud de los firmantes respecto a ese orden mundial, si se sienten vinculados a él o no. Este es un detalle especialmente significativo en el caso de Irán, Estados Unidos y la UE.

Los europeos no pueden prosperar más que en un entorno multilateral y que respete las normas

Como Estado revolucionario, la República Islámica siempre ha vacilado entre oponerse al sistema mundial actual o intentar mejorar su posición dentro de él. El expediente nuclear es un ejemplo de esa ambigüedad: Irán desafió al Consejo de Seguridad durante casi un decenio, al mismo tiempo que se esforzaba en asegurar que sus acciones se atenían a los límites del régimen de no proliferación. El país ha vivido grandes controversias por el acuerdo en vísperas de las elecciones presidenciales de la próxima primavera, que podrían acabar siendo un referéndum sobre el tratado. Estados Unidos también tiene un historial de infringir las normas internacionales cuando convenía a sus intereses. Después de todo lo que se le oyó decir a Trump durante la campaña y tras su victoria, el choque entre la soberanía nacional y las normas mundiales va a ser una de las cuestiones fundamentales de su mandato desde los primeros momentos.

Los europeos no pueden prosperar más que en un entorno multilateral y que respete las normas. La UE no es una poderosa Nación-Estado capaz de agrupar a sus ciudadanos en torno a un destino común; le va a ser difícil incluso mantener su unidad tras la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión y el ascenso, relacionado, del populismo en todo el continente. Van a encontrar numerosas discrepancias con el próximo presidente de Estados Unidos, desde el mantenimiento de la alianza transatlántica y la forma de enfrentarse a Rusia hasta qué hacer respecto a Oriente Próximo y el cambio climático.

A la UE le interesa verdaderamente proteger el acuerdo con Irán, garantizar que todas las partes lo cumplan tanto al pie de la letra como en espíritu. Juntos, los europeos deberían pedir a la nueva administración norteamericana las mismas responsabilidades que han pedido a Teherán, no sólo por el bien del régimen de no proliferación sino por el del orden jurídico internacional, sin el que Europa se quedará sin un papel que desempeñar en el mundo.

Cornelius Adebahr es socio no residente en Carnegie Europa.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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