El viejo y el lago

Los votantes de Trump parecen más preocupados por sus vecinos que por ellos mismos

Partidarios de Donald Trump en un mitin en PennsylvaniaSPENCER PLATT / GETTY

Luisiana. El hombre lanza la caña de pescar y mira el lago. Las aguas sucias en sus ojos limpios. Con tanta contaminación, hace tiempo que ya solo pesca recuerdos. De una infancia llena de peces y panes. Sin tortugas ciegas, vacas envenenadas y jóvenes que misteriosamente caen enfermos de cáncer. Sin padres de familia y madres solteras que se matan a trabajar para apenas llegar a fin de mes. Hay que rebelarse, piensa el hombre. Hoy votará por una América más justa. Hoy votará Trump.

Es la paradoja de estas elecciones americanas y una profecía para otras democracias. Aquellos lugares que...

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Luisiana. El hombre lanza la caña de pescar y mira el lago. Las aguas sucias en sus ojos limpios. Con tanta contaminación, hace tiempo que ya solo pesca recuerdos. De una infancia llena de peces y panes. Sin tortugas ciegas, vacas envenenadas y jóvenes que misteriosamente caen enfermos de cáncer. Sin padres de familia y madres solteras que se matan a trabajar para apenas llegar a fin de mes. Hay que rebelarse, piensa el hombre. Hoy votará por una América más justa. Hoy votará Trump.

Es la paradoja de estas elecciones americanas y una profecía para otras democracias. Aquellos lugares que más necesitan la acción de gobierno porque están a la cola en salud, educación o protección del medioambiente votarán masivamente a los candidatos más alérgicos al Estado. Porque lo que les mueve no son tanto los beneficios como los sentimientos. Como apunta la socióloga Arlie Hochshild, muchos votantes blancos comparten una “historia profunda”, una interpretación del mundo que, sin ser real, se siente como real. Ellos se ven a sí mismos haciendo cola para ascender a una colina que es el sueño americano. La fila no avanza. Entonces, empiezan a ser adelantados por mujeres, inmigrantes y minorías étnicas que, para más inri, son jaleados por modernos urbanitas, medios de comunicación y el propio Obama.

Los votantes de Trump no son víctimas directas de la globalización. De media, no son más pobres que otros americanos. No están más desempleados. No viven en zonas más expuestas al comercio internacional y a la inmigración. Como señala un estudio de Gallup, los votantes de Trump parecen más preocupados por sus vecinos que por ellos mismos. Viven en comunidades que sufren inseguridad económica y empatizan con las dificultades que atraviesa la gente a su alrededor. Desconfían de las soluciones políticas tradicionales y de unas instituciones públicas que perciben sesgadas hacia unos colectivos sociales privilegiados. Andan errados. Razón de más para escucharlos en lugar de menospreciarlos.

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Ha picado un pez. El viejo lo despelleja y le quita con cuidado la grasa, como recomiendan las autoridades sanitarias del Estado. @VictorLapuente

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