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“Una voz no se escucha, pero la de un grupo sí”

Nepal cuantificó en entre 16.000 y 17.000 las personas que fueron víctimas de trata entre 2013 y 2015. Algunas víctimas se unen para hacer valer sus derechos

Bimala ayuda a rellenar una denuncia de un ciudadano que no sabe escribir en la comisaría de Bhaktapur, en el Valle de Katmandú. Su trabajo consiste en asesorar a los ciudadanos que quieren registrar denuncias en casos que van desde violencia doméstica a robos o desaparición de personas. De las 2.000 denuncias que se registran en esta comisaría, las trabajadoras de SASANE gestionan unas 100. Elena del Estal
Indira (izquierda) y Aruna (derecha) trabajan en la oficina central de SASANE en Katmandú. “Si estás enfermo puedes ir al doctor... y si sobrevives a un crimen como el nuestro, ¿qué haces? A través de los tribunales, de la policía no conseguimos justicia”, dice Indira Gurunj. Elena del Estal
Todas las mujeres que trabajan en SASANE son supervivientes de la trata de personas. En la imagen, preparan juntas el almuerzo en las instalaciones que la ONG tiene en Katmandú. “Son todas de fuera de Katmandú. Cuando fueron rescatadas no sabían hablar inglés ni utilizar un ordenador”, explica Shyam Pokharel, fundador de la ONG.Elena del Estal
Aliza sirve el pollo para el almuerzo que comparten todos los trabajadores de SASANE en su oficina de Katmandú. Desde que la ONG se estableciera en 2008, más de 200 chicas se han formado en conocimientos jurídicos para poder ejercer de asistentes legales en una treintena de comisarías del Valle de Katmandú y de la ciudad turística de Pokhara.Elena del Estal
Las trabajadoras de SASANE durante una reunión para preparar una exposición en la que explican la problemática del tráfico de mujeres y menores en Nepal y el trabajo que hacen en la organización. A la izquierda, en la pared se puede leer “La hermandad de las supervivientes”. Elena del Estal
Machhindra prepara sus cosas para irse a casa tras un día de trabajo en la oficina central de SASANE en Katmandú. “Las víctimas de trata tienen generalmente entre 7 y 23 años. A los traficantes les gusta que parezcan indígenas, con rasgos tibetanos. Las nepalíes de zonas remotas no hablan siquiera nepalí. Son inocentes y honestas”, cuenta Shyam Pokharel.Elena del Estal
Durante jornadas de siete u ocho horas, Machhindra se dedica a digitalizar la información que ha sido recogida en las distintas comisarías donde trabajadoras de SASANE prestan su ayuda como asistente legales. Elena del Estal
Asha (centro) bromea con Vanesa (izquierda), una chica australiana que durante varias semanas está en SASANE con un programa de voluntariado para ayudar a preparar documentos en inglés. Entre las chicas se ha creado un nexo de hermandad: “Una voz no se escucha, pero la de un grupo sí”, cuenta Indira Gurunj. Elena del Estal
“Protejámonos a nosotras mismas”, se lee en una de las paredes de la oficina central de SASANE en Katmandú. En un informe reciente, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Nepal cuantificó en entre 16.000 y 17.000 las personas que fueron víctimas de trata entre 2013 y 2015.Elena del Estal