La España del hortelano

Las diferencias ya han cristalizado, y no van a desaparecer. Aunque votemos tres veces

Portada del libro "El perro del hortelano", de Lope de Vega, perteneciente a la colección "Clásicos españoles" del diario EL PAÍS

Terceras elecciones. El mero hecho de que se comente como posibilidad, así sea remota, suena a locura. A pesadilla de politólogo. Después de una repetición electoral que dejó exactamente igual el mapa de posibles sumas de gobierno, ¿qué aportaría una tercera ronda? Son estos políticos nuestros, claman muchos, incapaces de entender el mandato de las urnas, que según ellos está claro: pacto. España le habría pedido a sus líderes que se entiendan, y estos se negarían a aceptarlo.

¿Pero realmente es así? Según la última encuesta de Metroscopia, los votantes del partido que tiene la llave d...

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Terceras elecciones. El mero hecho de que se comente como posibilidad, así sea remota, suena a locura. A pesadilla de politólogo. Después de una repetición electoral que dejó exactamente igual el mapa de posibles sumas de gobierno, ¿qué aportaría una tercera ronda? Son estos políticos nuestros, claman muchos, incapaces de entender el mandato de las urnas, que según ellos está claro: pacto. España le habría pedido a sus líderes que se entiendan, y estos se negarían a aceptarlo.

¿Pero realmente es así? Según la última encuesta de Metroscopia, los votantes del partido que tiene la llave de cualquier acuerdo viable, el PSOE, están partidos en dos ante la pregunta de si el PP debería gobernar. Solo ante la hipótesis de terceras elecciones inminentes el número de los dispuestos a la abstención socialista asciende (74%). Sin embargo, no estamos en ese punto todavía: ni siquiera hay fecha para la primera sesión de investidura. Mientras, Sánchez no ha aclarado por completo si intentará algo por su cuenta, reproduciendo justamente esa división total de su propio electorado.

A la vez, la otra vía permanece cerrada, pero no únicamente por los líderes. Los votantes de Ciudadanos quieren saber poco de Podemos, y viceversa: solo un 15% de cada preferiría un tripartito, según encuestas pre-26J. Respecto a la alternativa catalana, las preferencias territoriales de los votantes de PP, PSOE y Ciudadanos, por un lado, y CDC y ERC son como el agua y el aceite.

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Así pues, el supuesto mandato unánime de pacto no está demasiado claro. Más aún: los mismos comentaristas que claman por él suelen ser también los primeros en poner el grito en el cielo cada vez que un partido se acerca, siquiera tímidamente, a conversar con otro que no sea su vecino inmediato. Con ello, facilitan que el debate político tome una dinámica de perro del hortelano, en el cual ni se come ni se deja comer. Probablemente, salir de este círculo vicioso requiere audacia política. Pero no solo: votantes y voces autorizadas deben mirarse al espejo y cumplir su parte, entender que las diferencias ya han cristalizado, y no van a desaparecer. Aunque votemos tres veces. @jorgegalindo

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