CLAVES

“Alguien como yo”

Sadiq Khan nos alegra más porque sustituye al extremista antieuropeo y racista Borís Johnson

El alcalde de Londres, Sadiq Khan.Hannah McKay / REUTERS

Los británicos nos crujen a disgustos. Pero a veces nos deparan el mayor de los gustos. Como la elección para alcalde de Londres del laborista Sadiq Khan.

Khan (1970) no solo luce inequívoca piel aceitunada, sino que procede de familia paquistaní, es musulmán practicante y ha sido pobre. Su padre era autobusero; su madre, costurera; y él, como sus nueve hermanos, tuvo que dormir hasta los 24 años en una litera.

Así que reunía todas las condiciones para concitar el odio racista, la inquina de los fanáticos de otras religiones, la fobia a los sospechosos de encarnar al Otro y el cl...

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Los británicos nos crujen a disgustos. Pero a veces nos deparan el mayor de los gustos. Como la elección para alcalde de Londres del laborista Sadiq Khan.

Khan (1970) no solo luce inequívoca piel aceitunada, sino que procede de familia paquistaní, es musulmán practicante y ha sido pobre. Su padre era autobusero; su madre, costurera; y él, como sus nueve hermanos, tuvo que dormir hasta los 24 años en una litera.

Así que reunía todas las condiciones para concitar el odio racista, la inquina de los fanáticos de otras religiones, la fobia a los sospechosos de encarnar al Otro y el clasismo de la upper class británica —ríete tú de Puerta de Hierro, Pedralbes o Neguri—, pues ya se sabe que para ella es incluso peor ser pobre que negro. Y a fuer que los ha concitado en la campaña. Pero ha atraído mucho más la simpatía de la mayoría de los 8,6 millones de londinenses, gente a lo que se ve normal y corriente.

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Khan nos alegra más porque sustituye al extremista antieuropeo y racista Boris (Johnson), un populista dicharachero que conserva sin embargo el inconfundible acento gangoso y atildado del elitista colegio de Eton, como su compañero de pupitre David Cameron.

Ese acento arrastrado como una falsa interjección perfumada de jengibre, y que constituye en sí mismo un mundo perfectamente distinguible y deslindado de las voces quebradas, tabernarias de pub oscuro y estadio destartalado propias de la periferia social. Esa que, salvo Buckingham, la City y Mayfair, lo ocupa todo en Inglaterra.

Claro que el bueno de Boris no hizo en ocho años de alcaldía nada más que cultivar su imagen y escribir un libro —el enésimo— sobre Churchill y este Khan trabajó a destajo como secretario de Estado de Gordon Brown en varios departamentos, tras ganarse la vida como abogado y activista de los derechos humanos. Aun así, declaró al saberse vencedor: “Nunca soñé que alguien como yo pudiera ser elegido alcalde de Londres”.

Alguien como yo. Recuerden esa frase. Pocos como él llegan a puestos así en Europa. Muy pocos. Demasiado pocos. Larga vida a Sadiq Khan.

Y a todos los que como él.

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