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Ellas pueden curar la tuberculosis

Cumplir con el tratamiento es clave para evitar la propagación de la tuberculosis. Para lograrlo, la Fundación Vicente Ferrer cuenta con unas trabajadoras sanitarias muy pertinaces

Gundamma es una de las trabajadoras sanitarias pertenecientes al Plan de Control de la Tuberculosis del Gobierno indio. Es personal capacitado por el Gobierno o por organizaciones de cooperación al desarrollo según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que se encargan de hacer un seguimiento personalizado de cada caso en las zonas rurales. Ellas se hacen responsables de que el paciente tome la medicación cada vez que le toca. Su labor es una de las patas del sistema que recomienda la OMS y que el Gobierno indio suscribió hace diez años para combatir la tuberculosis: la Terapia Directamente Observada (DOTS por sus siglas en inglés). En la imagen, revisa con Venkatesh, de 45 años, los fármacos que le quedan y los que están a punto de acabarse.Lola Hierro
Venkatesh, de 45 años, también es vecino de Htpalli. Padece una tuberculosis extrapulmonar y toma píldoras, ampollas, inyecciones... Lleva un año en tratamiento y le quedan seis meses más. Él trabajaba liando cigarrillos y se notó febril y con más tos de lo normal un día que estaba en su puesto. Fue al hospital, donde le diagnosticaron. Antes fumaba mucho, pero lo ha dejado, aunque reconoce que le cuesta.Lola Hierro
Iranna, de 55 años y vecino de Htipalli. Cinco meses atrás sintió dolores en todo el cuerpo, fiebre y tos, y fue a un hospital donde después de realizarle varias pruebas le dijeron que tenía dengue. Por suerte, nuevas pruebas confirmaron lo que de verdad le ocurría. Es la primera vez que padece la enfermedad y nadie más en su casa la ha tenido. Ahora no puede trabajar porque se encuentra muy débil, ha bajado hasta los 41 kilos de peso.Lola Hierro
Gundamma, acompañada de otras enfermeras en Htpalli. El acompañamiento de estas trabajadoras sanitarias es una forma de asegurar que el enfermo no olvide la dosis y de compartir si tiene efectos secundarios o dar un poco de apoyo psicológico.Lola Hierro
Un grupo de mujeres atiende durante una clase de salud sexual y reproductiva en la escuela de enfermería que la Fundación Vicente Ferrer gestiona en Madakasira. En ella unas 50 alumnas por promoción realizan cursos semestrales en los que aprenden a atender sintomatologías leves pero también embarazos y partos con el fin de reducir la mortalidad materna e infantil en el ámbito rural. "En los lugares donde trabajamos con las sanitarias tenemos al 90% de los enfermos de tuberculosis controlados, pero eso supone solo un 20% de la población del Estado. Del otro 80% no tenemos ningún control", afirman desde la FVF.Lola Hierro
Tanto el Gobierno de India como la Fundación Vicente Ferrer forma a mujeres de zonas rurales para que atiendan enfermedades leves en aquellas aldeas en las que no hay centros de salud, como Htpalli. En el caso de las de la FVF, visten con uniforme azul claro y portan un maletín metálico repleto de medicamentos, gasas, vendas y todo tipo de material médico.Lola Hierro
Bahrthamma, futura trabajadora sanitaria de su comunidad gracias a la formación de la Fundación Vicente Ferrer.Lola Hierro
El hospital de Bathalapalli depende de la Fundación Vicente Ferrer y está en Anantapur, una ciudad del Estado de Andhra Pradesh. Aquí se diagnostican unos cinco mil casos de tuberculosis al año.Lola Hierro
El diagnóstico temprano es la otra herramienta esencial para prevenir esta variedad de la tuberculosis, pero el problema es que es muy difícil detectarla, ya que al principio los síntomas son leves y los enfermos no les dan importancia. En la imagen, uno de los pabellones para tuberculosos del hospital de Bathalapalli.Lola Hierro
A Ramidhja, de 30 años, la confundieron médicos privados en los que gastó todos sus ahorros. "Pasé por 20 o 30 doctores antes de venir aquí, por miedo". En Bathalapalli encontraron que no padecía VIH ni cáncer, como le habían dicho antes, pero por el camino su familia se ha gastado todos los ahorros: 30.000 rupias (unos 400 euros). En la imagen muestra todas las recetas, facturas e informes médicos que fue recopilando durante el último año.Lola Hierro
Chandravathi, de 35 años, acompañada por su madre en su cama del hospital de Bathalapalli. Tiene una tuberculosis meníngea que le ha dañado parte del cerebro e inmovilizado las piernas. Fue diagnosticada de VIH hace tres años, pero no tomó antirretrovirales. Con las defensas bajas, la bacteria de la tuberculosis no tuvo problema para instalarse en su famélico cuerpo, que hoy no supera los 25 kilos. Su futuro es incierto pues la tuberculosis es la causa principal de muerte de las personas infectadas por el VIH: en 2015, provocó una de cada tres defunciones en este grupo.Lola Hierro
Sala de enfermería del hospital de Bathalapalli. Otro de los problemas que encuentran los pacientes es que, aunque tengan ánimo para seguir el tratamiento, no pueden porque no siempre se les dispensa. El suministro depende del Gobierno, que lo hace llegar a los centros de salud diseminados por todo el país.Lola Hierro
Deeplanaik, de 50 años, es seropositivo y sy padre le contagió la tuberculosis. Lleva un mes ingresado en el hospital de Bathalapalli. Se ha quedado en 35 kilos pero está evolucionando bien, según sus doctores. Antes trabajaba en el campo, y espera que volver a él cuando acabe el tratamiento.Lola Hierro
Quienes luchan contra esta variedad tendrán que medicarse durante dos años con al menos 15 fármacos diferentes. En esa batalla se encuentra Sailffla, de 19 años e ingresada en el hospital de Bathalapalli. Tuvo mala suerte. Estudiante de ingeniería de una familia de clase media, nadie en su entorno más cercano ha sufrido esta enfermedad jamás, pero ella se contagió, no sabe cuándo ni dónde. "Quizá en un autobús de camino a clase", sospecha.Lola Hierro