8 fotos

Esclavizadas por el tigre de Asia

Miles de mujeres llegan a Singapur cada año en busca de un trabajo digno, pero acaban siendo explotadas

Singapur es uno de los cuatro tigres de Asia junto a Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán. Se llaman así porque pertenecen a una generación de nuevos países industriales del continente que, entre 1960 y 1990, mantuvieron altas tasas de crecimiento e industrialización. Miles de mujeres llegan a esta ciudad-Estado todos los años con la esperanza de mejorar sus condiciones y enviar dinero a su familia. Manipuladas por agentes y empleadores la situación de algunas de ellas se deteriora tanto que se asemeja a la esclavitud.

Moe Moe no tuvo en cuenta que pasarían nueve meses antes de que ganara su primer sueldo debido a la retención practicada por su empresa. “Me pagaron 420 dólares de Singapur (280 euros) y trabajé 10 meses”, explica esta birmana de 25 años. Su cuerpo robusto y de escasa estatura contrasta con unas fotos que le tomaron cuando sus empleadores abusaban de ella, donde se la ve escuálida y golpeada.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Uno de cada cinco hogares emplea a una trabajadora doméstica en Singapur, que cuenta con alrededor de cinco millones de personas, según la Organización Humanitaria para las Migraciones Económicas (Home). Algunas agencias parecen incitar al abuso: “Puede dormir en cualquier rincón y trabajar durante todo el día; ella estará a su disposición desde que usted se despierta hasta que va a dormir”, anuncia la gerente de una de ellas, ubicada en el barrio de East Coast.

Estas compañías son un punto de partida para muchas mujeres que han encontrado a su empleador previamente en una entrevista por Skype desde sus países de origen. Otras esperan ser contratadas en otro hogar y permanecen aquí durante semanas. En este caso, deben pagar tarifas adicionales por unos gastos de transferencia que perpetúan sus deudas, cuando precisamente escapaban de la pobreza en sus propios países. Las filipinas son las mejor pagadas y cobran 550 dólares al mes.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Las empleadas domésticas provienen de Indonesia, Birmania y Filipinas. Las filipinas hablan un inglés básico y son las más caras. Las birmanas son las más baratas a la hora de formalizar los contratos porque no reciben formación antes de llegar a Singapur. Muchas no disponen de ningún día libre. En 2012 se les reconoció su derecho a un descanso semanal, pero algunas prefieren negociar ese día a cambio de una compensación económica para sumar a sus ingresos.

La ley del día libre ha generado controversia: hay quienes creen que el Gobierno no hace lo suficiente para cumplir con los derechos de las empleadas, mientras que otros se quejan de no ser capaces de controlar el tiempo libre de esas mujeres, con el riesgo de que establezcan relaciones o se queden embarazadas.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Durante su día libre, que suele ser el domingo, las empleadas acostumbran a citase en espacios públicos para hacer picnics o en las inmediaciones de algunos centros comerciales como Lucky Plaza, el preferido por las filipinas, el City Plaza, donde se reúnen las indonesias, o Península Plaza en el caso de las birmanas.

Allí parecen apresuradas por aprovechar su escaso tiempo, hacer amigos o conocer a otros migrantes que se acercan en busca de un romance. El domingo siempre es corto para ellas. Al caer la noche deben regresar a los lugares donde trabajan y se hospedan.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Moe Moe cuenta que no tuvo ni un día libre cuando fue contratada por una familia para cuidar a los niños y hacer las tareas de casa. Trabajaba más de 15 horas al día y comía arroz blanco acompañado por un vaso de agua. Cuando robaba comida en la cocina recibía puñetazos de su empleadora o era azotada con un palo de bambú. “Me quería ir, pero me decían, ¿quién va a quererte? Tenía que pagar la deuda con la agencia que me trajo aquí”, explica la mujer.

Su empleadora se acabo deshaciendo de ella. Un día la llevó al aeropuerto sin previo aviso. “Me metió en un avión a Birmania y me dijo: si alguien te pregunta qué te ha pasado en la cara, diles que te caíste”.

Semanas después, regresó a Singapur para buscar justicia y vive en un centro de acogida de Home con otras cien mujeres. La mayoría ha llegado allí después de haber sufrido abusos emocionales, el impago de sus salarios o violencia física. Ahora esperan que el Ministerio de Trabajo o la policía lleven a cabo las investigaciones pertinentes.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Según la organización 'Los trabajadores transitorios también cuentan' (TWC2 en sus siglas en inglés), los empleadores que cometen más abusos son los singapurenses de ascendencia china e india con dificultades económicas.

Las denuncias contra estos rara vez llegan a los tribunales, ya que las asistentas de hogar no tiene permitido trabajar durante el tiempo que lleva resolver sus casos, que a veces se extiende durante meses. La legislación vigente las deja en una situación de extrema vulnerabilidad.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Las trabajadoras domésticas deben pagar de seis a diez meses de su salario a las agencias de empleo; una medida que nació tras la crisis financiera de 1997, cuando estas empresas buscaron una nueva forma de ganar dinero anunciando “criadas por cero dólares". Esto significa que la comisión es abonada por las empleadas cuando antes lo hacían los empleadores.

Las mujeres, además, están obligadas por ley a vivir en la casa de sus empleadores independientemente de que estos las puedan proporcionar un hospedaje digno. “Me hacían dormir con un colchón en el suelo y no sabía a quién pedir ayuda”, recuerda Ummai Ummairoh, una trabajadora doméstica de 34 años que preside la Asociación Red Familiar Indonesia (IFN en sus siglas en inglés) gracias a la generosidad de sus actuales empleadores, que le permiten ausentarse del trabajo siempre que sus conferencias o actividades lo requieren.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro

Durante los últimos años se han producido algunos cambios, como la mejora de algunas normas sociales o el aumento gradual de la aplicación de la ley. “Tenemos que seguir trabajando para cambiar las condiciones y la posición de las asistentas de hogar. Sobre todo para que tengan un día libre a la semana, pues puede ser para ellas una opción para escapar o pedir ayuda”, explica John Gee, presidente del subcomité de investigación de TWC2.

A partir de diciembre de 2016, las agencias serán evaluadas para poder renovar sus licencias. Sin embargo, solo las podrán evaluar los empleadores, dejando de lado a las trabajadoras.

Texto: Ana Salvá

Omar (Panky) Montenegro