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Un sol para Dominicana

El fotógrafo Alberto Pla analiza los resultados conseguidos por la fundación religiosa SOLCA en sus proyectos a través de la mirada de voluntarios y beneficiarios

República Domicana es conocida, principalmente, por sus paisajes idílicos y su clima, excelente casi todo el año. Sin embargo, el mismo sol que atrae a miles de turistas, no brilla de la misma manera para todos sus habitantes. Medios sanitarios escasos, deficiente calidad educativa o falta de alternativas de ocio, son solo algunas carencias con las que trabaja la fundación de carácter religioso SOLCA - Solidaridad Calasancia a diario que afectan especialmente a niños y jóvenes. Alberto Pla propone un recorrido a través de la mirada de voluntarios y beneficiarios de los proyectos para entender los resultados que ha conseguido la organización. Él mismo comenta sus instantáneas. "Ashley es una joven estudiante de 12 años que vive en La Puya de Arroyo Hondo, Santo Domingo. Un barrio inseguro de difícil acceso, sin los servicios más básicos. Su casa es precaria y tan grande como se muestra en la imagen. Acude a diariamente al Centro Cultural Calasanz construido en La Puya para reforzar sus materias escolares, siendo la educación el puente para alcanzar un mejor futuro".Alberto Pla
El barrio de La Puya de Arroyo Hondo amanece. La precariedad de sus viviendas y la basura acumulada en el arroyo contrasta con la belleza del paisaje caribeño. Las inundaciones, el desempleo, la inseguridad o la falta de las medidas más básicas de higiene son solo algunas de las adversidades con las que lidian los habitantes diariamente.Alberto Pla
Acuarelas, témperas, plastilina… se mezclan para potenciar su creatividad y ayudar a su concentración en un aula del Centro Cultural Calasanz, en el corazón del barrio de La puya. Materiales que no pueden permitirse la mayoría de ellos, pero si se les facilita su uso, dan rienda suelta a su imaginación.Alberto Pla
El taller de animación lectora es una apuesta fundamental para todos los centros culturales Calasanz y supone una garantía de un futuro esperanzador. Los niños de la imagen leen en el que hay en el barrio de La Puya, incluso estudian poetas y escritores con el fin de reforzar sus conocimientos de la escuela formal.Alberto Pla
El edificio del Centro Cultural Calasanz en La Puya contrasta con el resto de estructuras, tanto como los bellos paisajes entre las viviendas precarias. Acoge seis áreas educativas con diferentes programas repartidos en nueve aulas. Actualmente trabajan 12 profesores y 40 voluntarios que atienden a 300 niños desde primaria a secundaria en talleres y clases de apoyo escolar, arte, música, lectura y campamentos. El objetivo es la educación integral de niños, jóvenes y familias vulnerables para la mejora de su calidad de vida.Alberto Pla
La niña de la imagen probablemente resume el alma del proyecto. La vitalidad proyectada en su sonrisa, la vida por delante, sentada, sonriendo en un aula de una comunidad perdida en La Romana (al este del país) asistiendo a clase, aprendiendo a leer y con ganas de conocer. La educación definitivamente es el puente para que estos niños consigan mayores oportunidades en el futuro.Alberto Pla
Se llama Edimel Inoa Reyes, tiene siete años y es alumna del centro Cultural Calasanz de Cumayasa. Sonríe y juega mientras sostiene el cuento 'Ratoncillo y ratoncilla'. Muchos niños de 12 y 13 años no saben leer. La lectura es un eje fundamental de los centros, y se trabaja gracias a una coordinadora de lectura del proyecto.Alberto Pla
Divanny Familia es alumna del centro Cultural Calasanz de Cumayasa. Tiene 12 años. Sonríe bajo la sombra de un árbol con 'James y el melocotón Gigante' de Roald Dahl. Divanny ha ganado varios torneos de lectura que organizan anualmente las coordinadoras de los centros. De mayor quiere ser profesora. La imagen recuerda a la famosa frase del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imágenes".Alberto Pla
Kevin disfruta jugando en los columpios en el campamento mensual que organiza la fundación. Los únicos columpios con los que cuenta toda su comunidad. Alrededor de 80 jóvenes de las comunidades se capacitan para realizar actividades con los niños, como juegos, danzas y manualidades, en torno valores como la solidaridad, el trabajo en equipo y la amistad. Inician y finalizan con cuentos centrados en el valor del día.Alberto Pla
José es cantante de profesión. Está enfermo de una trombosis que padece desde hace dos años. Vive solo sin su familia desde que comenzó su enfermedad. Con más de 70, años las enfermeras se convierten hoy en día en su familia improvisada: le llevan la comida, escuchan y atienden sus cuidados médicos. José, emocionado, sonríe junto a tres de ellas en la fotografía. Sobre ellas dice: “Son mujeres guerreras”.Alberto Pla
Oraida esromotora de salud en la comunidad de Brisas del Mar. Descansa en su salón antes de ir a la escuela. A pesar de su corta edad (12 años), Oraida compagina sus estudios en la escuela con el seguimiento de enfermos crónicos, ayudando a su madre –también promotora de salud– en el tratamiento y la medicación de los enfermos de su comunidad.Alberto Pla
Fátima es promotora de salud del programa que apoya la Fundación SOLCA en La Romana. Además de atender a sus cinco hijos (entre ellos, Oraida, de la foto anterior) y no contar con demasiados recursos, dedica voluntariamente tiempo a sus vecinos escuchándoles y proporcionándoles medicamentos y atención sanitaria básica.Alberto Pla