El lado oscuro de los poderes

No todo son éxitos en la vida de los héroes. Fracasos, disparates y tragedias también pueblan sus cómics y películas

Nicolas Cage como Superman en 1997.Picasa

Un superpoder es como un sueño. ¿Quién no ha fantaseado con poseer habilidades asombrosas? Volar, ser invisible o cualquier otra maravilla. Sin embargo, no todos los héroes son igual de envidiables. A US-1, por ejemplo, la lotería le tocó a medias. Porque, ¿de qué le sirve a uno el superpoder de captar señales radiofónicas? Más allá de sus superfluos talentos, cabría preguntarse si era necesario un héroe camionero como el que Marvel creó en los ochenta, intentando aprovechar la fiebre que vivía EE UU por los colosos de la autopista. Quizás US-1 sea más útil para otro fin: como emblema...

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Un superpoder es como un sueño. ¿Quién no ha fantaseado con poseer habilidades asombrosas? Volar, ser invisible o cualquier otra maravilla. Sin embargo, no todos los héroes son igual de envidiables. A US-1, por ejemplo, la lotería le tocó a medias. Porque, ¿de qué le sirve a uno el superpoder de captar señales radiofónicas? Más allá de sus superfluos talentos, cabría preguntarse si era necesario un héroe camionero como el que Marvel creó en los ochenta, intentando aprovechar la fiebre que vivía EE UU por los colosos de la autopista. Quizás US-1 sea más útil para otro fin: como emblema del lado oscuro de los héroes.

Dice el guionista Kurt Busiek que un buen héroe tiene que parecer humano. Y, en efecto, entre éxitos apabullantes y salvaciones del universo, la historia de los superpoderosos está llena de decepciones como las nuestras o peores: hay fracasos, tragedias y disparates, tanto en los tebeos como en el cine.

Si no, ¿cómo se explica el origen de Black Condor? Nacido en Mongolia, Richard Grey se queda huérfano y es criado por los cóndores. Aparte de que estas aves nunca hayan habitado Mongolia, ¿cómo es posible que le enseñen a volar? Aunque a Grey quizás le supere en desprecio Jason Todd. El segundo Robin de los tebeos de Batman sufrió un destino tan dramático como paradójico, traicionado por aquellos a los que juró proteger. Porque fue la gente común quien decretó su muerte en una encuesta telefónica que lanzó la editorial DC Comics en 1988. 72 votos más a favor del sí autorizaron al Joker a destrozarle a palancazos.

Ni el propio caballero oscuro, al fin y al cabo, se ha salvado del odio popular. Por mucho que George Clooney pida disculpas por Batman & Robin, miles de fans todavía no han olvidado el filme, ni mucho menos el traje con pezones que lucía Batman. Y de perdones anda necesitado también su sucesor actual en el papel, Ben Affleck: por si acaso, ya ha destacado que Batman v Superman “nada” tendrá que ver con su filme Daredevil, célebre casi solo por razones pésimas.

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Al menos, eso sí, Affleck se arriesgó. Porque hay actores que se quitaron el traje enseguida o ni llegaron a probárselo. Nicolas Cage se vistió de Superman pero la imagen no llegó a las pantallas hasta un reciente documental sobre aquel filme fallido. En el caso de Bill Murray, el traje se lo quitó Tim Burton: iba a ser Batman, hasta que el director cogió las riendas del proyecto y lo tiñó de una atmósfera oscura que poco tenía que ver con el excazafantasmas. Y Tom Cruise quiso salir de la armadura de Iron Man. O -se dice- pretendió en balde una máscara transparente para que se le viera siempre la cara. El papel pasó a Robert Downey Jr. y le llevó hasta ser el actor más cotizado de Hollywood.

Toda una bendición. Y todo lo contrario que la llamada maldición de Superman, según la cual hasta cinco intérpretes del hombre de acero han sufrido un destino trágico. Sobre todo, George Reeves y Christopher Reeve, víctimas respectivamente de suicidio y de una caída de caballo que le dejó paralizado.

Magno, en cambio, padeció el olvido. Como cuenta el falso documental Capa caída, el superhéroe español derrotó a Hitler, detuvo la Guerra Civil pero acabó despreciado por un supuesto escándalo sexual. Hoy reconstruye su vida como frutero de supermercado. Resulta que sus superpoderes no fueron ningún sueño. Tan solo una pesadilla.

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