Editorial

Información y morbo

La lista hecha pública por Hacienda no es un ejercicio de transparencia sino de mala gestión de la información en sus manos

El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.EFE

El Ministerio de Hacienda ha difundido la lista de morosos con la hacienda pública con la más que evidente intención de presentar al Gobierno como un defensor a ultranza de la transparencia administrativa. Pero un juicio de intenciones no aclara el alcance de una decisión; hay que prestar atención a la utilidad de la lista, es decir, preguntarse si permite a los contribuyentes avizorar el alcance real del fraude fiscal o que los ciudadanos tomen conciencia de los esfuerzos del aparato fiscal para reducir el d...

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El Ministerio de Hacienda ha difundido la lista de morosos con la hacienda pública con la más que evidente intención de presentar al Gobierno como un defensor a ultranza de la transparencia administrativa. Pero un juicio de intenciones no aclara el alcance de una decisión; hay que prestar atención a la utilidad de la lista, es decir, preguntarse si permite a los contribuyentes avizorar el alcance real del fraude fiscal o que los ciudadanos tomen conciencia de los esfuerzos del aparato fiscal para reducir el dinero negro. Pues bien, la atención resulta defraudada. La lista recoge los nombres (algunos de ellos de relumbrón político o económico) que deben dinero a Hacienda pero que, por razones diversas, desde la quiebra hasta el estar incursos en trámites judiciales, no pueden pagar o el pago está demorado por razones legales.

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Se trata pues de información con valor próximo a cero en términos políticos. El contribuyente estaría mejor informado con una relación de empresas o declarantes que, pudiendo pagar, no lo hacen, o una lista con las bases imponibles ocultas. Hacienda debería explicar cumplidamente por qué España figura entre los países europeos con mayor volumen de deuda tributaria impagada y por qué esta deuda crece año tras año.

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Hacienda ha gestionado la información al contribuyente con frivolidad. Confunde información con morbo; al ciudadano le interesan menos los nombres (aunque quiera que se castigue a los defraudadores) que la satisfacción de comprobar que el fraude se reduce ejercicio tras ejercicio. Los funcionarios de Hacienda están obligados a custodiar la información tributaria y, por tanto, tienen limitaciones estrictas para difundir los datos que tienen en depósito. Si Hacienda quiere ser transparente, que explique si se ha filtrado información desde la Agencia Tributaria al ministro y a otros funcionarios del ministerio.

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