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El té que esclaviza

Los recolectores de té de la India trabajan bajo condiciones precarias deliberadamente con el fin de abastecer al sector de mano de obra barata

Estas son las manos de un recolector de té en Mogulkata Tea Estate, en la región Dooars. Cada uno obtiene dos palos de madera en forma de cruz para medir la altura de los arbustos del té. Sólo las hojas que son más altas que el palo horizontal pueden ser arrancadas.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Una recolectora bebe durante una pausa del trabajo en Mogulkata Tea Estate, en la región Dooars. El agua potable, que debe ser proporcionada por las empresas, es uno de los problemas más comunes en las plantaciones de té . Como resultado de su mala calidad, la fiebre, la diarrea y los dolores abdominales están muy extendidos entre los trabajadores.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Recolectoras en Mogulkata, en la región Dooars. Están equipadas con una bolsa de red para almacenar las hojas recogidas y una sombrilla para protegerse del sol y la lluvia. Los trabajadores de hoy son los descendientes de los pueblos tribales que fueron llevados a las plantaciones de té en el siglo 1XIX para trabajar en la servidumbre.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Unas recolectoras de Mogulkata regresan a casa después de día de trabajo. La jornada laboral dura ocho horas en cuatro tandas de dos horas cada una.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Las recolectoras de Mogulkata esperan en fila para que su mercancía sea pesada por un administrador de la empresa. El personal directivo de las plantaciones aún viste con camisetas y pantalones cortos en homenaje a las viejas costumbres establecidas por los británicos durante el colonialismo.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Un empleado trabaja en el procesamiento de té en la fábrica en Makaibari Tea Estates, en la región de Darjeeling. Aquí, las hojas se fermentan, se secan y se empaquetan. Aunque el té Darjeeling es uno de los más caros del mundo, las condiciones de vida de los trabajadores son sólo levemente mejores que en las regiones de Terai y Dooars.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Vista aérea de la aldea principal en Makaibari Tea Estates, en la región de Darjeeling. Dada la extensión de las plantaciones de té, que pueden alcanzar varios cientos de hectáreas, los trabajadores viven en diferentes pueblos dispersos alrededor de las fincas.Matilde Gattoni
Unos campesinos recogen el agua de un pozo en Pakka Line, uno de los pueblos que salpican el Mogulkata Tea Estate, en la región de Dooars. El único grifo instalado en la zona sirve a 500 habitantes y está constantemente llena de gente, lo que hace imposible recoger agua potable allí. Por lo tanto, los trabajadores se ven obligados a beber de pozos abiertos, malolientes y que se quedan cubiertos de hojas muertas y suciedad cada vez que llueve o sopla el viento.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Chandan Chetri, de 24 años, retratado dentro de la casa familiar en la aldea de Pakka Line en Mogulkata Tea Estate, en la región de Dooars. Nacido y criado aquí, este estudiante de Artes no ve futuro como trabajador en una plantación de té aunque su madre trabaja como recolectora. "Nadie en mi generación quiere trabajar en las plantaciones de té. Si encuentro un trabajo en otro lugare se me pagará por lo menos el doble" , explica. "Quiero irme de aquí a cualquier lugar".Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Mina Sharma, de 45 años, posa en el interior de su casa en Mogulkata Tea Estate, en la región de Dooars. La mujer comenzó a trabajar como recolectora cuando tenía 30 años, después de asumir el trabajo de su madre. Cuando llegue el momento de retirarse, espera que su hija casada de 25 años ocupe su puesto. De lo contrario, Sharma perdería su casa y parcela de tierra que, como todas las otras propiedades dentro de la finca de té, pertenecen a la empresa. Sin dinero para comprar otra vivienda , la mujer no tiene más opción que seguir viviendo aquí.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Interior de una casa en el Longview Tea Estate, en la región de Darjeeling. Mientras que los trabajadores de té generalmente pasan las viviendas que habitan a las generaciones más jóvenes, tanto estas como los terrenos adyacentes siguen siendo propiedad de la compañía. En caso de que un trabajador deje su puesto, su familia entera puede ser expulsada de la finca en cuestión de días.Matilde Gattoni
Sima Lohar, de 20 años, retratada en casa de un amigo en Kathalguri Tea Estate, en la región de Dooars. Debido a un prolongado cierre de la plantación de té que duró hasta 2013, Lohar fue a trabajar como empleada doméstica durante casi tres años a las ciudades de Chandigarh y Delhi. Engañada y repetidamente violada por su agente, que también robó todo su dinero, Lohar logró volver a Kathalguri con la ayuda de su familia. Ella ahora está trabajando para una ONG local que presta asistencia a las víctimas de trata.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Bengala: Fábrica de procesamiento abandonada en Bundapani Tea Estate, en la regiónde Dooars. La plantación, que alberga a más de 7.000 personas, empleó a alrededor de 1.215 trabajadores hasta que se cerró en julio de 2013. Con la esperanza de que algún día reabra, cuidadores voluntarios patrullan la fábrica para evitar el saqueo de maquinaria y equipos.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Hospital abandonado de Bundapani Tea Estate, en la región de Dooars. La plantación, donde se alojaban más de 7.000 personas, empleaba a 1.215 trabajadores pero cerró en julio de 2013. Aunque se supone que los servicios de salud deben ser proporcionados por las empresas, solamente 166 de de 276 jardines de té tienen hospitales y sólo 56 tienen médicos residentes.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Un trabajador de una plantación de té hospitalizado en el pabellón masculino del hospital de Mogulkata Tea Estate, en la región Dooars. El centro recibe hasta 200 pacientes al día, pero siempre le falta personal, sólo cuenta con un médico residente y cuatro enfermeras. Los empleados de los jardines de té se quejan con frecuencia acerca de los servicios de baja calidad.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Unas campesinas han puesto a secar su ropa en las laderas del río Diana en Red Bank Tea Estate, en la región de Dooars. La plantación, que empleaba a 888 trabajadores de una población de 5.000 personas, está cerrada desde 2013. Como las empresas están obligadas a proporcionar a los trabajadores viviendas, raciones de alimentos, educación, agua y servicios de salud a sus empleados, los cierres a menudo dejan a los trabajadores sin asistencia, alimentación o dinero. Miles de ellos han muerto de hambre en la última década.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Bishmoni Tanti (segunda por la derecha), de 45 años, aplasta guijarros y piedras a lo largo del cauce del río Diana en Red Bank Tea Estate, en la región de Dooars. La plantación, que alberga a 888 trabajadores de una población de 5.000 personas, cerró en 2013. Al quedar sin ingresos, raciones de alimentos ni servicios sanitarios, los ex empleados recurrieron a las canteras para sobrevivir. Tanti ahora gana unas míseras 333 rupias por semana, unos 4,5 euros. Durante la temporada del monzón, cuando el agua llena el cauce del río, ella busca empleo como trabajadora temporal en otras plantaciones de té. Su familia está sobreviviendo con raciones de alimentos de emergencia proporcionadas por el Gobierno.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Shoma (derecha) y Sugi Munda,de 56 y 45 años respectivamente, posan para una fotografía mientras aplastan guijarros y piedras a lo largo del cauce del río Diana en Red Bank Tea Estate, en la región de Dooars. La plantación de té, que cerró en 2013, comenzó funcionar mal en 1993, indica Shoma. La compañía primero dejó de arreglar las casas de los trabajadores. Unos meses más tarde, cerró. A continuación, una serie de propietarios diferentes se hizo cargo y cada uno de ellos reabrió el negocio durante unos meses al año antes de desaparecer de nuevo. A los trabajadores no se les han pagado los salarios atrasados.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)
Bijita Ekka, de 15 años, posa junto a su casa en Bundapani Tea Estate, en la región de Dooars. Tras el cierre de la plantación, Ekka, que era estudiante de quinto curso, empezó a trabajar como empleada doméstica en la ciudad de Chandigarh, donde fue violada repetidamente por su agente y golpeada por los dueños de la casa donde servía.Matilde Gattoni (Tandem Reportages)