3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Feliz cumpleaños, Sudán del Sur

Por María Sánchez-Contador(@mascef),de Oxfam Intermón.

Doboul Bath, refugiado de Sudán del Sur. Foto: Gabriel Pecot.

Hoy Sudán del Sur cumple cuatro años. El país más joven del mundo. Es un buen momento para prestarle la atención que se merece. Ojalá hubiera motivos para que su población, acogedora y alegre (a pesar de los pesares), pudiera celebrarlo, pero hace ya dos años que las esperanzas de construir juntos un nuevo país, libre y desarrollado, se truncaron.

El 15 de diciembre de 2013 estalló el conflicto en Juba, la capital, entre los seguidores del presidente, Salva Kiir, de etnia dinka, y el que fue vicepresidente hasta julio de ese año, Riek Machar, de etnia nuer. Miles de muertos y terror. El conflicto se extendió como la pólvora por todo el país. En apenas cinco días ciudades del norte y del sur como Malakal, Bantiu, Bor se vieron sometidas a atrocidades terribles. Lo que se inició y sigue siendo una lucha por el poder y los intereses económicos del petróleo, se convirtió rápidamente en un conflicto étnico por pura revancha y resistencia.

Dos años más tarde, el conflicto persiste agravado por una crisis económica galopante, conuna inflación del 40% y en algunos productos y regiones de hasta el 300%. Las consecuencias son claras: escalada de violencia y hambre.Cuando hablas con la gente, las historias se repiten: “llegaron por la noche, nos atacaron,robaron las vacas, las cabras, lo que teníamos para comer y para dormir, quemaron las casas”. Nos lo cuenta María Ayok, y Dhieu Deng, y Deborah Yar y Nyantuc Kuong.

Historias repetidas, pero únicas, vividas en primera persona, sufridas en carne propia, ojos testigos de la brutalidad. Todas con algo en común: miedo. No importa si son víctimas de milicias del Gobierno o rebeldes, si son grupos dinkas o nuer.

La población civil es el objetivo. Estrategia de destrucción y fuego, de violaciones hasta la muerte, de niños forzados a ir al frente o que se unen voluntariamente a las milicias para poder comer, de niñas –de las que se habla menos y son también grandes víctimas en los conflictos abusadas sexualmente y convertidas en prostitutas, estigma que arrastrarán toda su vida. “Vi como cogían a los niños por el brazo, y los lanzaban al fuego, delante de sus madres ” nos relata con voz temblorosa Doboul Both, su mirada perdida transmite el horror de ese día que no quiere recordar.

Desplazamiento permanente

Este horror ha provocado que más de dos millones de personas huyan buscando algún lugar seguro. Más de 500.000 se han refugiado en países vecinos, principalmente en Etiopía, Uganda, Kenia y Sudán. El resto se han desplazado dentro del país para salvar su vida. Más de 138.000 se escondieron junto a las bases de las Naciones Unidas en diferentes ciudades donde crearon centros de protección de civiles. Más de 23.000 viven desde entonces en el centro de protección de civiles de Juba, como Doboul Both .“La vida aquí no es lo mismo que la vida en tu casa. Echo de menos muchas, muchas cosas. Pero aquí mi vida está a salvo. Con lo que recibo, puedo sobrevivir. ”

Doboul, como tantos otros, luchó por la independencia del país con mucha pasión y esperanza. “Luché por la liberación y mis expectativas no se han cumplido . Esperaba que el país pudiera brillar. Creía en un país democrático, desarrollado y quenuestros hijos pudieran ir a la escuela. Esperaba vivir en paz. Pero nada de esto ha pasado”.

En el momento que estalló el conflicto, Doboul, de etnia nuer, era oficial del Gobierno, trabajaba como fotógrafo y vivía bien. Tenía vacas, campo de cultivo. Todo lo que necesitaba. Ahora tiene miedo en su propio país y ha pasado a engrosar las listas de los más de 4 millones que requieren de la ayuda internacional incluso para comer.

Es el caso también de Worgok Malluac, viuda de unos 50 años, de etnia dinka, que nos muestra en un cuenco lo que comen a diario: “ Ahora estamos dependiendo de las hojas silvestres para comer”.

Malluac vive en una zona muy vulnerable, afectada por sequías e
inundaciones recurrentes, por lo que nadie tiene reservas en casa. A pesar de todo, cuando llegan personas de otras zonas huyendo de la guerra, siempre hay lugar para acogerlas.“En cualquier momento nos podría pasar a nosotros así que tenemos que ayudarnos.Es la única manera de seguir adelante”.

Sudán del Sur, con un territorio similar al de Francia y una población estimada de más de 11,5 millones (sin tener censo oficial), es un país rico en etnias (52), con petróleo, oro, mercurio, atravesado por el Nilo blanco y con el pantano Suud, uno de los mayores del mundo. Un país con millones de vacas (más de 30), el segundo después de India. Riquezas que son a la vez su maldición.

Doboul teme por el futuro de sus hijos. “Quizás ellos tengan que vivir también en esta penosa situación. Si no hay paz, perderán su educación y serán otra generación perdida ”. Bajo el sol abrasador de Sudán del Sur, millones de personas tienen un deseo: paz. Ellos no podrán soplar las velas sobre un pastel para pedir su deseo. En su lugar dispararán tiros al aire, como celebración, como siempre han hecho. La mayoría de la población ha vivido siempre en guerra, y no conoce otra cosa. Muchos, hoy, no tendrán qué comer.

Pero nosotros desde aquí, podemos hacernos eco de su deseo y unirnos a su petición de paz. Solo con paz podrá iniciarse el camino hacia una verdadera independencia, con justicia, libertad y progreso. De nuevo, feliz cumpleaños Sudán del Sur.

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