Editorial

Crece el empleo

El alto número de parados y la precariedad laboral transmiten aún una reducida confianza

La recuperación económica llega al empleo, al menos en el primer trimestre del año. Los favorables datos de paro registrado y de afiliados a la Seguridad Social en marzo han convertido el primer trimestre de 2015 en el mejor incluso si se compara con años antes del inicio de la crisis. Esa verificación no impide hacer lo propio con la magnitud tan amplia de personas que siguen desempleadas (4.451.939) y con la precariedad del empleo que se crea, todavía poco compatible con la recuperación de la confianza de las familias españolas, esencial para que lo haga la demanda interna.

 El descen...

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La recuperación económica llega al empleo, al menos en el primer trimestre del año. Los favorables datos de paro registrado y de afiliados a la Seguridad Social en marzo han convertido el primer trimestre de 2015 en el mejor incluso si se compara con años antes del inicio de la crisis. Esa verificación no impide hacer lo propio con la magnitud tan amplia de personas que siguen desempleadas (4.451.939) y con la precariedad del empleo que se crea, todavía poco compatible con la recuperación de la confianza de las familias españolas, esencial para que lo haga la demanda interna.

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 El descenso del número de desempleados registrados fue de 60.214 en marzo respecto al mes anterior, la mayor caída desde 2002. También en términos desestacionalizados (descenso en 63.368), el registro es muy favorable. La mejora se extiende a todos los sectores, aunque el sector servicios es el que mejor comportamiento registra, con 49.024 parados menos (más del 80% de la reducción total). El paro cayó en todas las comunidades autónomas, excepto en el País Vasco.

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Un indicador no menos relevante del mercado laboral, las afiliaciones a la Seguridad Social, experimentó un ascenso de 160.579 afiliados respecto al mes anterior, el mejor dato desde el inicio de la serie en 2001.

Las cifras reflejan mejoras significativas respecto a los peores momentos de la crisis, pero no invitan a la complacencia. Si además se tiene en cuenta que el empleo que se está creando sigue teniendo un carácter mayoritariamente temporal (en marzo, más del 90% de los contratos suscritos) y con salarios muy bajos, se entenderá la muy reducida confianza que transmiten esos registros a las familias. Esos avances hay que situarlos siempre en la perspectiva histórica más relevante, la del inicio de la crisis, cuando la tasa de paro de la economía española, del 8% de la población activa, se igualaba al promedio de la UE al cierre de 2007.

La confianza tampoco se ve favorecida por la extensión del número de desempleados sin protección. El descenso en el número de desempleados parece ir parejo al aumento de los que no disponen de ningún tipo de prestación o ayuda. La tasa de cobertura ha caído al 55,7%, el nivel más bajo desde 2001, según los datos del Ministerio de Empleo correspondientes al pasado febrero —los últimos disponibles—. En ese mes se beneficiaron de algún tipo de prestación 2.372.615 personas, 13,7% menos que en el mismo periodo del año pasado.

No son cifras que inviten a la complacencia, como la que ayer trató de mostrar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su comparecencia ante la radio pública, programada de forma prácticamente simultánea a la difusión de los datos del paro registrado. Como tampoco cabe hacer abstracción del entorno económico y financiero excepcional que beneficia a la economía española en estos últimos meses. Las actuaciones excepcionalmente expansivas del Banco Central Europeo (BCE), la caída no menos singular del precio del petróleo o la igualmente inusual depreciación del euro contribuyen a que la eurozona recupere el pulso perdido por unas políticas económicas que siguen manteniendo el crecimiento económico y el empleo muy por debajo de los registros de EE UU, donde precisamente nació la crisis.

El repunte es mayor en las economías que más sufrieron, pero su afianzamiento necesitará apoyos a la inversión como los previstos en el Plan Juncker, todavía pendientes de concreción. Coyunturas electorales al margen, la eurozona y la propia España tienen aún una ardua tarea pendiente.

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