Editorial

Vivienda reanimada

El mercado inmobiliario se suma a las expectativas de recuperación en 2015

Aunque el estallido de la burbuja inmobiliaria en España es una de las causas principales de la profunda recesión que asoló a la economía durante cinco años, lo cierto es que la recuperación no es factible sin un crecimiento de la construcción de viviendas, y sin un aumento moderado de los precios. Por esa razón, la subida del último trimestre del año pasado (el 1,8% sobre el último trimestre de 2013) en esos precios es un indicio alentador de que la construcción residencial muestra signos (leves aún) de reanimación. Es un mercado de significado estratégico que se suma al fortalecimiento esper...

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Aunque el estallido de la burbuja inmobiliaria en España es una de las causas principales de la profunda recesión que asoló a la economía durante cinco años, lo cierto es que la recuperación no es factible sin un crecimiento de la construcción de viviendas, y sin un aumento moderado de los precios. Por esa razón, la subida del último trimestre del año pasado (el 1,8% sobre el último trimestre de 2013) en esos precios es un indicio alentador de que la construcción residencial muestra signos (leves aún) de reanimación. Es un mercado de significado estratégico que se suma al fortalecimiento esperado del PIB en 2015.

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Todavía con timidez, vuelve el deseo de invertir en el inmobiliario. El entorno financiero ha mejorado —todavía no para todos los bolsillos— y las expectativas de recuperación apoyan la compra de vivienda. Sin embargo, las especiales características de la construcción, en la que confluyen derechos sociales, riesgos financieros, intereses fiscales y creación de empleo fácil, pero sin cualificar, exigen que las decisiones políticas sobre este mercado se adopten con extrema prudencia. Sería un grave error estimular artificialmente —a través de desgravaciones, por ejemplo— la promoción y compra de viviendas para maquillar el empleo; u olvidar que la sociedad necesita con urgencia incentivar las políticas de alquiler.

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La vivienda no tiene que ser la pieza esencial del patrón de crecimiento. Esa tarea debería recaer sobre una industria tecnológicamente avanzada, en las energías renovables —si se encuentra el modo de financiar el coste de innovación— y en las telecomunicaciones; pero puede apoyar el empleo con aumentos moderados en actividades conexas con el turismo, la sanidad o la cultura. Lo esencial es que su crecimiento esté bajo control, para que no vuelva a operar como una maquinaria de corrupción y para evitar que su quiebra cause la ruina de millones de personas.

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