Crisis de pasiones
Si la generación del 98 alzase la cabeza y contemplase el desolador panorama en el que se halla sumido el país, agitaría sus lápices y comenzaría a escribir ante un público que busca evadirse en la literatura.
Pero claro, los tiempos han cambiado. Ya no es sólo una crisis económica o política la que enfrentamos.
La cultura se halla resquebrajándose. Leer es de pardillos, mientras que contemplar a incultos pronunciando improperios en la televisión es lo más cool. Poca gente comenta cuál fue la última novela que leyó, y muchas personas hablan de lo gracioso que resulta ver...
Si la generación del 98 alzase la cabeza y contemplase el desolador panorama en el que se halla sumido el país, agitaría sus lápices y comenzaría a escribir ante un público que busca evadirse en la literatura.
Pero claro, los tiempos han cambiado. Ya no es sólo una crisis económica o política la que enfrentamos.
La cultura se halla resquebrajándose. Leer es de pardillos, mientras que contemplar a incultos pronunciando improperios en la televisión es lo más cool. Poca gente comenta cuál fue la última novela que leyó, y muchas personas hablan de lo gracioso que resulta ver la nueva edición de Gran Hermano. ¿Qué le ocurre a esta sociedad? ¿Por qué ha banalizado sus intereses? ¿Qué valor y qué razón halla en ver a unos hombres dar patadas a un balón?
Tampoco ayudan los políticos. El IVA cultural es el más alto de la Unión Europea. Acudir al cine es un acto de amor por el séptimo arte y comprar un libro es una muestra de pasión en la lectura. Y sólo estos amantes saben por qué el peor enemigo de un Gobierno corrupto es un pueblo culto.— Paloma Gandía Vicedo. Alcoy, Alicante.