Columna

Reescrituras

Muchos se enojaron y pidieron pruebas y él dijo que las iba a mostrar el 19 de enero en un sitio que se llama el Congreso. Pero justo un día antes se encerró en el baño de su casa y se pegó un tiro en la cabeza

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, en este país del sur, un edificio en el que funcionaba una asociación judía que se llamaba la AMIA donde estalló una bomba que mató a 85 personas. Pasó un año, pasaron dos, pasaron diez, y nadie pudo descubrir a los culpables. Entonces, en 2004, un señor que se llamaba el presidente Kirchner le encargó a otro señor, que se llamaba el fiscal Nisman, que tratara de averiguar quiénes habían sido. El fiscal trabajó y trabajó, y un día dijo que las personas que habían puesto la bomba eran de un grupo que se llamaba Hezbolá, de un país que se llamaba Irán. Pa...

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Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, en este país del sur, un edificio en el que funcionaba una asociación judía que se llamaba la AMIA donde estalló una bomba que mató a 85 personas. Pasó un año, pasaron dos, pasaron diez, y nadie pudo descubrir a los culpables. Entonces, en 2004, un señor que se llamaba el presidente Kirchner le encargó a otro señor, que se llamaba el fiscal Nisman, que tratara de averiguar quiénes habían sido. El fiscal trabajó y trabajó, y un día dijo que las personas que habían puesto la bomba eran de un grupo que se llamaba Hezbolá, de un país que se llamaba Irán. Pasó un año, pasaron cuatro. El presidente Kirchner, que ya no era presidente, se fue al cielo; el fiscal siguió trabajando. Y en 2015 dijo que había descubierto que algunas personas de este país del sur habían hecho un pacto secreto con algunas personas del país que se llamaba Irán para perdonarles lo de la bomba a cambio de beneficios económicos. La verdad es que lo que dijo fue que la señora presidenta Cristina Fernández y el señor canciller Héctor Timerman, “tomaron la delictiva decisión de fabricar la inocencia de Irán para saciar intereses comerciales, políticos y geopolíticos de la Argentina”. Muchos se enojaron y pidieron pruebas y él dijo que las iba a mostrar el 19 de enero en un sitio que se llama el Congreso. Pero justo un día antes se encerró en el baño de su casa y se pegó un tiro en la cabeza. Y ya no le pudo mostrar nada a nadie porque se murió. Y esas, niños, son cosas que pasan: a veces, justo un día antes de hacer algo que esperaron por mucho, mucho tiempo, la gente va y ¡zas!, se pega un tiro. Porque la gente es rara. Ahora, queridos niños, dulces habitantes del país del sur, buenas noches, felices sueños. Y a esperar el cuento de mañana, que será mucho, mucho mejor.

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