Cartas al director

Sobre el fiscal Alberto Nisman

Asistimos absortos al presunto suicidio del fiscal Alberto Nisman. Las presiones del Gobierno han sido tan groseras que salta a la vista la mano negra del mismo a través de sus nefastos representantes e instituciones de inteligencia que suman dudas y más dudas en un país alineado con los intereses contrapuestos del mundo civilizado. Es fácil suponer que la presencia del fiscal en el Congreso desataría un tsunami político. No es necesario apretar un gatillo para eliminar a alguien ni tampoco que la persona lo haga en su propio perjuicio. Hay formas más sofisticadas de inducir y presionar para l...

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Asistimos absortos al presunto suicidio del fiscal Alberto Nisman. Las presiones del Gobierno han sido tan groseras que salta a la vista la mano negra del mismo a través de sus nefastos representantes e instituciones de inteligencia que suman dudas y más dudas en un país alineado con los intereses contrapuestos del mundo civilizado. Es fácil suponer que la presencia del fiscal en el Congreso desataría un tsunami político. No es necesario apretar un gatillo para eliminar a alguien ni tampoco que la persona lo haga en su propio perjuicio. Hay formas más sofisticadas de inducir y presionar para llevar adelante tal determinación u otras, sobre todo si se dispone de información tan sensible que pone en evidencia a un Estado muy comprometido. También presupongo el regocijo de quienes estaban involucrados en este urticante tema que hoy agrega consternación y pesar a nuestra tan vapuleada sociedad, triste final para nuestra República hoy en terapia intensiva con un pronóstico de septicemia incontrolable. Deberán tener un buen argumento para evitar tanta suspicacia, que agitaremos muchos de los que equivocados o no queremos ver a estos sujetos entre rejas, que son los autores intelectuales de este triste episodio.— Roberto Rubén Sánchez.

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