Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Afro-ciudades inteligentes o la privatización de los servicios públicos

Vista de Kinshasa.

En el África siglo XXI como en el resto del planeta, tanto sostenibilidad como desarrollo toman como herramientas básicas las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. Sensores para regular el tráfico, sistemas de pago electrónico o transporte controlado a través de sistemas de software centralizados que permitan una descongestión del tráfico que azota las ciudades, plantean la necesidad de dar mayor funcionalidad a los recursos urbanos en centros tan importantes como Johannesburgo, Kinshasa, Kigali, Accra o Lagos.

La interconectividad que permiten las NTIC, también plantea en África la apertura de nuevos mercados y oportunidades de negocio. Recientemente, IBM ha anunciado el establecimiento de un nuevo laboratorio en Nairobi - Kenia-, después de que la ciudad sudafricana de Durban, la también keniana Mombasa y la capital nigeriana de Abuja hayan sido incorporadas en su programa mundial Smarter Cities Challenges. Un programa que acogerá profesionales de IBM en las distintas ciudades seleccionadas para formar y aconsejar a las autoridades municipales, empresas privadas y diferentes grupos de interés, sobre como implementar las nuevas tecnologías para conseguir ciudades inteligentes. Consultoras como Deloitte ya han analizado como las ciudades africanas están a punto para entrar dentro de la competición global de las ciudades inteligentes.

Pero esta carrera tecnológica que supuestamente permitirá a los ciudadanos urbanos de África tener mejores servicios y ciudades más habitables no está exenta de críticas y retos. Los principales desafíos a los que el concepto de ciudad inteligente se enfrenta en el contexto urbano africano son: pobreza y desarrollo. En las ciudades africanas contemporáneas el "boom tecnológico" ya es una realidad, pero la brecha tecnológica en África continúa siendo profunda, a pesar de que el ecosistema digital se está desarrollando a marchas vertiginosas. También cabe hablar de la fisura que provoca la segregación económica: la brecha entre ricos y pobres, que parece no haberse reducido en un momento en que el crecimiento económico en las ciudades africanas se hace notar en muchas capitales del continente.

La clase media y sobre todo la clase media-alta es la que lidera el tren de los nuevos desarrollos urbanos. Pero la distopia urbana plantea ciudades con multimillonarias inversiones y beneficios para constructoras y empresas de telecomunicaciones, mientras la pobreza, los desalojos de tierras y la exclusión social plantean otra cara de la moneda. Con todo, críticos como el ensayista Adam Greenfield, en su libro Contra la Ciudad Inteligente advierten que esta nueva moda global de las ciudades inteligentes no es más que la privatización de los servicios públicos.

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