3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Y también enséñenles a leer

Por Miquel Carrillo (@miquelCarr)

Fotograma del vídeo "Momentos que brillan"

Pocas veces un país entero es capaz de marcarse una meta y entregarse, en cuerpo y alma, a conseguirla, de manera unísona y sin vacilaciones, sin albergar una sola duda de estar dando el primer paso hacia un futuro mejor. Pocas veces en la Historia hemos visto un proyecto real y absolutamente colectivo para construir una sociedad nueva. En la Nicaragua de los primeros meses de la Revolución Sandinista, en 1979, el analfabetismo era realmente una lacra que afectaba a más de la mitad de su población y lastraba cualquier opción de renovación y reconstrucción de un país devastado por la tiranía de Somoza. Cuando Carlos Tunnerman y la Junta de Reconstrucción Nacional, propusieron su proyecto inspirado en la experiencia cubana de la década de los 60' para erradicarlo, pocos dudaron. 'Y también enséñenles a leer', ordenaba Carlos Fonseca, fundador del FSLN, a sus columnas guerrilleras en la montaña, para que campesinos y campesinas recuperaran su dignidad y la conciencia de su opresión antes que nada.

Sin prácticamente ningún recurso, echó a rodar la Cruzada Nacional de Alfabetización, una idea que pronto contó con la solidaridad de medio mundo. La UNESCO la declaró prioritaria, Pablo Freire supervisó la metodología a utilizar y los materiales que se produjeron, bajo la inspiración de su 'Pedagogía del Oprimido', y más de sesenta mil internacionalistas de todo el mundo acudieron a participar en aquel desafío. Muchos educadores de los barrios obreros de nuestras ciudades entendieron que aquella misión también era la suya, estableciendo unos lazos de solidaridad con aquel pueblo que todavía duran.

El 23 de marzo de 1980 más de cien mil personas salieron de Managua hacia las montañas, campos, selvas y esteros de Nicaragua. Eran sobre todo jóvenes de entre 12 y 19 años, el curso escolar llegó a suspenderse para facilitar su incorporación. En los siguientes cinco meses se instalaron con sus nuevas familias, participando en las labores campesinas por la mañana e impartiendo sus clases a esos campesinos y campesinas, mucho mayores que ellos, cada tarde, enseñándoles a leer y a escribir, bajo la luz de una lámpara Coleman, en el último rincón del mundo. Quien haya tenido la ocasión de visitar o vivir en ese país, sabe que fue una experiencia, junto con toda la Revolución y la guerra, que marcó a toda una generación, que participó de manera sincera en un esfuerzo titánico por repartir justicia. Como dice el escritor Sergio Ramírez, más allá del hecho educativo, quedó el gesto de generosidad, la complicidad y la gratitud entre todo el pueblo nicaragüense, que supongo yo que ha sido su tabla de salvación para sortear tantas penurias e injusticias.

Lo primero que atacó la contrarrevolución fue precisamente ese espíritu y ese propósito: la primera baja del conflicto bélico fue un joven alfabetizador, asesinado a sangre fría. A pesar de la amenaza de la Contra y de todos los riesgos y dificultades logísticas, cuando las columnas de voluntarios volvieron a Managua en agosto, el analfabetismo se había reducido al 13%. Fernando Cardenal, director de la Cruzada, pudo gritar en la Plaza de la Revolución: 'Hemos cumplido, ¿cuáles son nuestros próximos objetivos?'. Por desgracia, otros intereses marcaron otras metas, y el país se vio envuelto en un conflicto que en gran parte impidió que aquella generación viera cumplidos todos sus sueños. Hoy, Nicaragua sigue teniendo un 22 % de analfabetismo y mucho trabajo todavía pendiente para asegurar una buena educación a su gente.

Pero ahí queda. Las historias son para contarlas y aprender de ellas, de lo bueno y de lo malo. Junto con otras personas, tuve la suerte de relatarla en una película documental llamada 'Los Momentos Que Brillan'. Debo confesarles que, diez años después, todavía se me hace un nudo en la garganta al verla.

Comentarios

La cultura actual nos viene a la gente, de la formación que recibimos que se multiplica por mil en cuanto se contagia el hecho de saber escribir y leer.Porque nos podemos comunicar las personas de más formas y guardarlas para los siguientes que lleguen.Facilitando el cálculo el desarrollo y la capacidad de evaluar y sacar conclusiones, como hicieron los ancestros pintando figuras en las paredes de las cuevas.Proyectando el deseo, y comunicando.Ajustando las ganancias, y llevando la contabilidad de la casa y del pequeño negocio familiar.Se crean esquemas de base para el comercio, y de ahí a deducir las mejores formas y maneras de llegar antes y a menor coste, nos pone en el primer peldaño del desarrollo y del progreso.Todo por aprender a leer y a contabilizar los trabajos.Dando la oportunidad de estar parejos y con las mismas herramientas de partida, se empieza a esculpir el cuerpo social de una sociedad.Y a despegarnos del suelo.Entendiendo mejor el terreno que pisamos.Se puede pensar en ser mejores.
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