Cartas al director

El dinero, siempre el dinero

El ébola se extiende como una mancha de aceite en Sierra Leona, Guinea y Liberia, como otras veces, pero ahora con más persistencia. Se sabía que era una enfermedad mortal en el 90% de los casos, pero ahora se disparan las alarmas por si se descontrola y llega a lugares insospechados. La enfermedad ha afectado a un misionero español que, afortunadamente, ya está en nuestro país. Mi alegría es inmensa, y confío en su pronto restablecimiento.

Pero ¿y los demás? La población de aquellos países no tiene medios, no ya para acudir a países donde se les pueda atender adecuadamente, sino que n...

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El ébola se extiende como una mancha de aceite en Sierra Leona, Guinea y Liberia, como otras veces, pero ahora con más persistencia. Se sabía que era una enfermedad mortal en el 90% de los casos, pero ahora se disparan las alarmas por si se descontrola y llega a lugares insospechados. La enfermedad ha afectado a un misionero español que, afortunadamente, ya está en nuestro país. Mi alegría es inmensa, y confío en su pronto restablecimiento.

Pero ¿y los demás? La población de aquellos países no tiene medios, no ya para acudir a países donde se les pueda atender adecuadamente, sino que ni siquiera pueden acudir a sus propios hospitales, los pocos que hay, ya que están desbordados. Y oímos lo de siempre: para combatir la enfermedad, para encontrar una vacuna, faltan medios. Es decir, falta dinero. Este dinero que en otros sectores se invierte sin mayor esfuerzo. Está claro que los organismos internacionales, y los Gobiernos del “primer mundo”, no saben priorizar y ver que la vida humana es lo primero, que es el don más preciado. ¿Será tal vez necesario que el ébola llegue al llamado mundo civilizado para que, ahora sí, se dedique el esfuerzo suficiente para la erradicación de este mal? Mientras tanto, los débiles mueren sin esperanza. Por favor, pónganse manos a la obra, nunca es tarde, aunque cerca de un millar de personas ya no puedan verlo.— Juan Ribas. 

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