Cartas al director

Urkullu, increpado

Hace unos días durante un acto festivo, el lehendakari Íñigo Urkullu fue increpado e insultado por un grupo de jóvenes radicales que le llamaron “fascista” y “payaso”. Personalmente, la palabra payaso no me parece un insulto. Todo lo contrario. Refleja un mundo que nada tiene que ver con el que defienden estos jóvenes que llaman fascista a quienes disienten de ellos. Yo les recomendaría que se dejaran de insultar, amenazar, extorsionar y asesinar y leyeran un poco más sobre lo que ha significado el fascismo en este país, muchos de ellos, me temo, no habían ni siquiera nacido ni mucho ...

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Hace unos días durante un acto festivo, el lehendakari Íñigo Urkullu fue increpado e insultado por un grupo de jóvenes radicales que le llamaron “fascista” y “payaso”. Personalmente, la palabra payaso no me parece un insulto. Todo lo contrario. Refleja un mundo que nada tiene que ver con el que defienden estos jóvenes que llaman fascista a quienes disienten de ellos. Yo les recomendaría que se dejaran de insultar, amenazar, extorsionar y asesinar y leyeran un poco más sobre lo que ha significado el fascismo en este país, muchos de ellos, me temo, no habían ni siquiera nacido ni mucho menos luchado contra la dictadura franquista. Lo que deben hacer estos fascistas de ETA y del mundo abertzale, ahora sí que está bien empleado el término, es entregar las armas, disolverse y pedir perdón a las cercas de 1.000 personas que han asesinado en nombre del pueblo vasco.

Estos insultos se produjeron en presencia de Martín Garitano, que lejos de censurarlos o reprobarlos los suscribió posteriormente en una rueda de prensa a preguntas de los periodistas. Ha perdido otra ocasión de oro para desmarcarse del mundo violento que se esconde tras las siglas de Bildu. No lo hizo cuando tuvo ocasión condenando los crímenes de la banda terrorista ETA y pidiendo perdón a las víctimas de la barbarie terrorista ni lo ha hecho ahora. Gestos como este hacen, desde luego, más difícil la reconciliación y el camino hacia la paz en Euskadi. Una paz que todos los demócratas anhelamos.— Patricio Simó Gisbert.

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