El acento

Acoso sexual a una oficial

No hay que disculpar el machismo como algo inherente a una institución masculina hasta tiempos recientes

MARCOS BALFAGÓN

La primera mujer que ingresó en las Fuerzas Armadas españolas lo hizo 25 años atrás. Las mujeres representan hoy en torno al 14% de los efectivos militares y no hay duda de que la integración ha mejorado: no existen vetos para el acceso a unidades de combate —que se mantienen aún en parte de Europa— y se ha normalizado su presencia en el conjunto de armas y cuerpos. Pero de vez en cuando llegan a la opinión pública noticias sorprendentes, la última referida a la presunta persecución a una capitán por compañeros o amigos de un coronel, que fue condenado por abusar sexualmente de la oficial.
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La primera mujer que ingresó en las Fuerzas Armadas españolas lo hizo 25 años atrás. Las mujeres representan hoy en torno al 14% de los efectivos militares y no hay duda de que la integración ha mejorado: no existen vetos para el acceso a unidades de combate —que se mantienen aún en parte de Europa— y se ha normalizado su presencia en el conjunto de armas y cuerpos. Pero de vez en cuando llegan a la opinión pública noticias sorprendentes, la última referida a la presunta persecución a una capitán por compañeros o amigos de un coronel, que fue condenado por abusar sexualmente de la oficial.

La agresión sexual de compañeros o mandos no debería ser uno de los riesgos de la profesión militar. Es verdad que eso ocurre también en otros ejércitos: el Pentágono ha descrito como “una epidemia” los abusos sexuales que se producen en sus Fuerzas Armadas, lo cual ha motivado una iniciativa para reducir el poder de los jefes militares frente a tales conductas y atribuírselo a la fiscalía, una medida que no gusta a la cúpula de las Fuerzas Armadas estadounidenses.

En el caso de España, la reacción institucional al caso de la capitán fue en principio correcta. El autor de los hechos resultó condenado a dos años y 10 meses de prisión, en una sentencia confirmada por el Tribunal Supremo. Pero la capitán intenta ascender a comandante y de repente tiene que repetir un examen de calificación; sus notas, antes brillantes, se convierten en muy deficientes; un juzgado militar abre diligencias contra ella por deslealtad, alegando manipulación en las fechas de solicitud de un permiso cuando se encontraba en el curso de ascenso. La oposición parlamentaria ha pedido explicaciones y el Ministerio de Defensa debe darlas cuanto antes.

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No hay que disculpar el machismo como algo inherente a una institución que fue claramente masculina hasta tiempos muy recientes. La incorporación de la mujer ha sido un hito en la modernización de las Fuerzas Armadas españolas. Y hay que controlar todo lo que cuestione la elevada valoración que la sociedad tiene hoy de los ejércitos.

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