Lo que de verdad importa en la reforma educativa
El Consejo de Ministros aprobó en su última sesión el proyecto de ley de la conocida como ley Wert.Durante estos días, el debate se ha centrado en si era una reforma a medida de la Iglesia o si invadía competencias autonómicas y sentimientos nacionales.
El muy necesario debate sobre la educación ha sido sustituido por un debate de sentimientos y bajas pasiones. En vez de hablar de masificación en las aulas, falta y desmotivación del profesorado, autonomía de los centros y fórmulas para, en definitiva, mejorar el nivel educativo de nuestros jóvenes, nos hemos instalado en una di...
El Consejo de Ministros aprobó en su última sesión el proyecto de ley de la conocida como ley Wert.Durante estos días, el debate se ha centrado en si era una reforma a medida de la Iglesia o si invadía competencias autonómicas y sentimientos nacionales.
El muy necesario debate sobre la educación ha sido sustituido por un debate de sentimientos y bajas pasiones. En vez de hablar de masificación en las aulas, falta y desmotivación del profesorado, autonomía de los centros y fórmulas para, en definitiva, mejorar el nivel educativo de nuestros jóvenes, nos hemos instalado en una discusión de barra de bar.
La laicidad de la educación y la inacabable discusión sobre las competencias que deben asumir las autonomías no son temas banales, pero son cuestiones que, por sí solas, no son centrales en la calidad y resultados de nuestro sistema educativo. Es necesario un debate calmado y libre de prejuicios entre las fuerzas políticas. Un debate abierto a la sociedad que busque realmente soluciones al desmesurado fracaso escolar y que evite enrocarse en cuestiones sentimentales que solo buscan caldear los ánimos y polarizar la opinión pública distrayéndonos de lo verdaderamente importante.— Francisco Serrano Guzmán.