Cartas al director

Integración social del minusválido

Hace apenas tres días, se cumplieron 31 años de la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), una ley que vela por la integración de los minusválidos en la sociedad, donde uno de sus objetivos, entre otros, es impulsar y fomentar la integración laboral de personas discapacitadas. Entre otras obligaciones, la LISMI obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a contratar un número de trabajadores con discapacidad no inferior al 2%, pero es una realidad que solo el 13% de las empresas españolas cumplen con los requisitos que exige la LISMI. Estas prefieren arriesgarse, ya que las insp...

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Hace apenas tres días, se cumplieron 31 años de la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), una ley que vela por la integración de los minusválidos en la sociedad, donde uno de sus objetivos, entre otros, es impulsar y fomentar la integración laboral de personas discapacitadas. Entre otras obligaciones, la LISMI obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a contratar un número de trabajadores con discapacidad no inferior al 2%, pero es una realidad que solo el 13% de las empresas españolas cumplen con los requisitos que exige la LISMI. Estas prefieren arriesgarse, ya que las inspecciones de trabajo no son lo eficientes que tendrían que ser, ni las sanciones lo elevadas que podrían ser. Esta falta de voluntad por parte del Gobierno en no querer hacer cumplir esta ley que vela por una cosa tan esencial como es la igualdad entre personas es un reflejo de su forma de actuar: se trata de un Gobierno que fabrica máscaras que decoran la realidad con leyes y promesas que no se cumplen, y que siempre acaban protegiendo a las mismas grandes empresas y desprotegiendo a los colectivos más débiles.— Xavier Vidal Navarro.

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