Ayuntamientos necesarios
En la mayoría de pueblos y ciudades, las corporaciones locales están funcionando correctamente como estructuras de participación y articulación de la convivencia. No podemos renunciar a los últimos 34 años de nuestra reciente historia democrática simplemente porque unos indeseables, al corromperse, han pervertido la confianza que depositamos en ellos sus convecinos.
Necesitamos que los Ayuntamientos sigan organizando los servicios públicos básicos e imprescindibles, ofreciendo oportunidades para el desarrollo individual y social de todos los que compartimos ese espacio que es “nuestro l...
En la mayoría de pueblos y ciudades, las corporaciones locales están funcionando correctamente como estructuras de participación y articulación de la convivencia. No podemos renunciar a los últimos 34 años de nuestra reciente historia democrática simplemente porque unos indeseables, al corromperse, han pervertido la confianza que depositamos en ellos sus convecinos.
Necesitamos que los Ayuntamientos sigan organizando los servicios públicos básicos e imprescindibles, ofreciendo oportunidades para el desarrollo individual y social de todos los que compartimos ese espacio que es “nuestro lugar”. La corporación municipal debe fijar las prioridades, estar en condiciones de explicar lo que hace en cada momento y también lo que podemos hacer los vecinos por nuestro municipio. Solo de este intercambio, hecho cara a cara entre iguales, surgen las ciudades imaginativas, abiertas para el entendimiento y el progreso.
Pues bien, el actual Gobierno, en aras de la sacrosanta reforma/recorte, propone ahora que se dediquen a la labor municipal solo aquellos vecinos que puedan hacerlo vocacionalmente, sin recibir un sueldo. Los Ayuntamientos quedarán en manos de quien pueda permitirse el lujo de gobernarlos, es decir de los caciques que puedan asumir esas tareas o que puedan pagar a un mandado que cumpla sus órdenes. Alejarán de la gestión municipal, de los servicios que prestan los Ayuntamientos, a quienes más necesitamos de los mismos.— Luis Fernando Crespo Zorita.