Cartas al director

Una huelga política

El último en usar el soniquete ha sido el ministro José Ignacio Wert, tachando de “política” la huelga de estudiantes a la que se ha sumado la CEAPA. Algunos tildan de “políticas”, para desautorizarlas, evidentemente, todas aquellas manifestaciones, huelgas, concentraciones, declaraciones o actividades que no ven con buenos ojos y/o que buscan alcanzar unas metas que ellos consideran inaceptables.

Pues sí, señor Wert, esta huelga, como todas, es política, porque la política es la toma de decisiones que van a marcar el rumbo de la vida de la comunidad, las reglas que regulan la vida soci...

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El último en usar el soniquete ha sido el ministro José Ignacio Wert, tachando de “política” la huelga de estudiantes a la que se ha sumado la CEAPA. Algunos tildan de “políticas”, para desautorizarlas, evidentemente, todas aquellas manifestaciones, huelgas, concentraciones, declaraciones o actividades que no ven con buenos ojos y/o que buscan alcanzar unas metas que ellos consideran inaceptables.

Pues sí, señor Wert, esta huelga, como todas, es política, porque la política es la toma de decisiones que van a marcar el rumbo de la vida de la comunidad, las reglas que regulan la vida social. La política es todo aquello que afecta a la vida de la polis, de la ciudad, de la colectividad, y el futuro de nuestros jóvenes, no lo dude, afectará de manera determinante la vida de nuestra polis, de nuestra comunidad, de nuestro país. El problema, señor Wert, es que esos mal llamados políticos ignoran lo que es realmente “la política” y la verdadera democracia.— José María Andrés Sierra. Zaragoza.

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Pongo un suspenso al actual sistema educativo español. Lo suspendo por la mala financiación y las repercusiones a corto y sobre todo a largo plazo que va tener para la sociedad en general y para el desarrollo del país. Pero sobretodo, lo suspendo, por el elevado fracaso escolar que registra (uno de cada tres estudiantes deja sus estudios después de la secundaria) en comparación con el resto de países europeos.

Vivo en un país que quiere salir de la crisis económica, pero que recorta el talento, el desarrollo y la investigación desde la raíz. Que ignora a todos los jóvenes que deben irse porque su situación actual es insostenible y porque no atisban ningún futuro aquí. Vivo en un país que en un futuro no muy lejano, no va a tener mano de obra calificada porque la ha dejado marcharse.— Izaskun Fernández García. Barcelona.

Me deja perpleja que el ministro de Educación, Cultura y Deporte acuse de radical al Sindicato de Estudiantes, representante mayoritario en la Educación Secundaría en nuestro país, por el hecho de denunciar los graves recortes sociales que se están realizando en la educación.

El ministro debería saber que el concepto de democracia está asociado a la participación activa de la sociedad civil y a la defensa de los valores que la sustentan (dignidad, justicia social, igualdad…) y no a la sumisión ante las injusticias que puedan cometer los poderes públicos (u otros poderes no tan públicos).

No, señor ministro, el Sindicato de Estudiantes no es radical ya que está defendiendo dignamente los derechos reconocidos en la Constitución (derecho a una educación pública de calidad), el radical es usted y buena prueba de ello la tenemos en las medidas y actitudes que está adoptando: faltar al respeto de nuestro pueblo hermano el catalán, con sus expresiones soberbias y altisonantes; declarar que cambiará la ley para que los grupos más integristas católicos puedan seguir diferenciando la educación por sexos y tener acceso a los conciertos con el Estado (es decir, que la pagamos todos los ciudadanos); y, sobre todo, impulsando el más importante recorte social a la educación que se ha realizado en nuestra democracia.— Sagrario Clemente Hernández. Madrid.

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