Cartas al director

En recuerdo del profesor Peces-Barba

El fallecimiento de Gregorio Peces-Barba supone la desaparición de uno de los padres de la Constitución y de una figura relevante de la Transición. De forma prácticamente unánime se ha reconocido que, desde sus posiciones políticas, fue un protagonista convencido del consenso constitucional, un defensor de la tolerancia y un referente ético de la política, a la que dio siempre altura intelectual. Estas ideas fueron también el eje de su actuación como presidente del Congreso de los Diputados.

Peces-Barba fue asimismo un jurista comprometido con la justicia, con la democracia y con los de...

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El fallecimiento de Gregorio Peces-Barba supone la desaparición de uno de los padres de la Constitución y de una figura relevante de la Transición. De forma prácticamente unánime se ha reconocido que, desde sus posiciones políticas, fue un protagonista convencido del consenso constitucional, un defensor de la tolerancia y un referente ético de la política, a la que dio siempre altura intelectual. Estas ideas fueron también el eje de su actuación como presidente del Congreso de los Diputados.

Peces-Barba fue asimismo un jurista comprometido con la justicia, con la democracia y con los derechos humanos y, especialmente, un gran profesor universitario. Tuve la suerte de ser alumno en su curso de Doctorado de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense (1977-1978) y desde entonces pude apreciar su rigor intelectual, su generosidad y su sentido de la amistad.

Gracias a su iniciativa publiqué al finalizar aquel curso mi primer artículo en la revista de la facultad. Algún tiempo después, siendo ya presidente del Congreso, formó parte del tribunal que juzgó mi tesis doctoral y defendió la conveniencia de publicarla, para lo que puso todo su interés y decisión; gracias a él pudo ver la luz el libro. Compartimos docencia en el mismo grupo de la facultad— mientras desempeñaba la presidencia del Congreso de los Diputados acudía puntual y desinteresadamente a impartir sus clases, que nunca dejó a pesar de su actividad política— y en el Instituto de Derechos Humanos que él dirigía en la Facultad de Derecho de la Complutense. Durante todo ese tiempo tuve su amistad, sus consejos y su ayuda. Y tendré siempre el recuerdo de sus libros que tenía la deferencia de regalarme, con dedicatoria siempre amable. Más tarde fue el artífice de la Universidad Carlos III, una de las referencias de la Universidad española, de la que fue rector hasta su jubilación.

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España ha perdido, en definitiva, un gran político, un experto jurista, un investigador excelente y un profesor universitario ejemplar. Algunos hemos perdido, además, un maestro y un amigo. Gracias por todo y hasta siempre, profesor.— José Antonio Alonso de Antonio. Profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

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