¿Quién escucha a Andrew Lloyd Webber cuando habla?

El compositor de ‘El fantasma de la ópera’ carece del respeto de la crítica musical Otra cosa son sus ideas sobre la economía Sus críticas al gobierno de David Cameron levantan ampollas en Reino Unido

El matrimonio Madeleine y Andrew Lloyd Webber, en las carreras de Ascot (Inglaterra), el 23 de junio.GETTY

El compositor de El fantasma de la ópera interrumpió este mes su frenética actividad como productor de realities musicales para ejercer de lord y criticar, ante la Cámara que corresponde a su título, al Gobierno de David Cameron por recortar las ayudas a la cultura. “Todavía lideramos el planeta en las industrias creativas y si la Gran Bretaña de la austeridad cambia eso, viviremos para lamentarlo”, advirtió Andrew Lloyd Webber mientras se preparaba para que los JJ OO le roben el público durante la temporada de mayor afluencia del teatro.

Si sorprende que un artista co...

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El compositor de El fantasma de la ópera interrumpió este mes su frenética actividad como productor de realities musicales para ejercer de lord y criticar, ante la Cámara que corresponde a su título, al Gobierno de David Cameron por recortar las ayudas a la cultura. “Todavía lideramos el planeta en las industrias creativas y si la Gran Bretaña de la austeridad cambia eso, viviremos para lamentarlo”, advirtió Andrew Lloyd Webber mientras se preparaba para que los JJ OO le roben el público durante la temporada de mayor afluencia del teatro.

Si sorprende que un artista comercial y conservador critique la tacañería de un Gobierno torie, hay que aclarar que no hay inglés más indicado para ello. Este polarizante hombre de 64 años es dueño y señor de la industria teatral del país por escribir, entre los 24 y los 38 años, los cinco musicales de más éxito del siglo pasado: José y su manto multicolor, Jesucristo Superstar, Evita, Cats y El fantasma de la ópera. “Es un referente”, admite su biógrafo, Keith Richmond. “Aunque muchos encuentran sus obras irritantes, cuando habla se le escucha”.

Esto se debe no tanto a su credibilidad artística (su estilo derivativo de ópera y pop le ha supuesto varias demandas por plagio) como a su erudición en temas de dinero. Tras esas cinco obras no ha hecho más que estrellarse económicamente con sucesivos proyectos. Así que mutó de creador a gestor de las constantes ganancias de sus primeros trabajos (tiene 885 millones), que invirtió en comprar teatros (seis, en Londres). “Sería injusto decir que se ha vendido como artista porque nunca lo fue”, matiza David Cotes, miembro del gremio de críticos teatrales de Nueva York. “Es un creador de atracciones para turistas”.

Ahora vive refugiado en la tele y en su costumbre, iniciada en los ochenta, de codearse con iconos de la cultura inglesa: un musical para el 60º cumpleaños de la reina, una canción para los Juegos de Barcelona, otra para Eurovisión 2009… Así, aunque ya menos compositor y más José Luis Moreno inglés, el Gobierno escucha cuando habla.

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