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La Universidad madrileña se vacía en el primer día de huelga contra las políticas de Ayuso: “El seguimiento es masivo”

La protesta en la Complutense ha sido mayoritaria desde primera hora de la mañana, y ha logrado un apoyo muy alto en la Autónoma y la Rey Juan Carlos

El miedo al futuro ha dejado desiertas casi la totalidad de las aulas de la Universidad Complutense en la primera de las dos jornadas de huelga convocadas para este miércoles y este jueves en las universidades públicas de Madrid para denunciar su asfixia económica. Ni los piquetes informativos tienen trabajo. Un escenario apocalíptico que no se repite en los otros centros, aunque la actividad es cero en muchas facultades de la Autónoma y muy baja en la Rey Juan Carlos. En el parking de la Rey Juan Carlos en Móstoles el 60% de las plazas están vacías, lo que sirve de termómetro. En Alcalá el seguimiento es muy bajo y en la Politécnica y la Carlos III el sindicato Comisiones Obreras dice estar “contento” con las cifras, superiores a las de habituales. El seguimiento de la huelga es mucho más alto que en la huelga del 25 de abril, que no tuvo eco por coincidir con el apagón de luz.

Los verdaderos protagonistas de la jornada son los alumnos. Las delegaciones de estudiantes de los seis campus han respaldado por unanimidad la huelga y en la UCM, la Autónoma y Rey Juan Carlos se ha decretado el paro académico. Una figura incluida en la nueva ley de universidades (LOSU, 2023) que impide a los profesores examinar hoy y pasar lista y retrasa la entrega de trabajos.

“Vamos a reforzar significativamente la inversión a seis años [en las seis universidades públicas]”, aseguró Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, el pasado julio. Pero desde entonces la Complutense ha tenido que pedir un crédito para pagar las nóminas, el Gobierno autonómico ha reconocido que la Rey Juan Carlos está en la cuerda floja y el presupuesto apenas ha subido un 6,5% que no saca de la UCI a los campus más afectados. Las seis necesitarían recibir 31O millones más para volver a la dotación de 2009, descontando la inflación de 15 años.

A las nueve de la mañana, el campus de Somosaguas de la Complutense parecía un desierto. Más allá del piquete formado por estudiantes y profesores, solo una alumna de Economía esperaba el autobús para volver a casa. Llegada de China, era la única universitaria hoy que no sabía que se había convocado una huelga. Su nivel de español no es alto. En los edificios de Psicología, Trabajo Social y Económicas, los únicos trabajadores presentes eran los de la limpieza.

En la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCM, el decano Álvaro Rivero confirma que el seguimiento ha sido casi total. “No hay ningún estudiante. y el profesorado y el personal de administración han secundado la huelga de forma masiva”, afirma. Según explica, no queda “ninguna clase funcionando, ni en los pabellones ni en el aulario”. Esta participación refleja, en su opinión, la fuerza de la reivindicación: “Es un indicador de lo importante que es la causa, los motivos existen para secundar la huelga”.

Álvaro Briles, profesor de Económicas y miembro del sindicato CGT, recuerda que su centro suele mostrarse “más pasivo”. Siempre quedaba alguna clase en marcha. Atribuye el éxito del paro al trabajo previo de preparación y a las campañas que realizaron para concienciar al alumnado y al profesorado.

Somosaguas es conocido por su espíritu reivindicativo ―el dictador Francisco Franco aisló allí a las facultades más “problemáticas” como Ciencias Políticas―, pero la imagen de total vacío se repite en Ciudad Universitaria. Aunque los piquetes tienen tarea en la Politécnica, con quien comparten campus. “Ayuso cobarde, la ‘uni’ está arde”, “Sin financiación, no hay investigación” o “Gobierne quien gobierne, la ‘uni’ se defiende”, canta el piquete.

Ciencias Físicas e Historia, por ejemplo, no tienen vida. Ni siquiera en Medicina, que nunca para. Guillermo, alumno de Farmacia que prefiere no dar su apellido, se desmarca. Opina que la huelga “tiene motivos políticos”. Reconoce que “sí es verdad que la universidad está infrafinanciada ”, pero considera que la responsabilidad no recae en el Gobierno regional, que es quien tiene las competencias transferidas. “No habría huelga si el gobierno de la Comunidad no fuera de derechas”, afirma.

En Farmacia, según UCM por la Pública, se han impartido el 2% de las clases. Al contrario que en la Politécnica, donde un piquete ―con alumnos suyos y de la UCM― ha intentado entrar en varias clases de la Escuela de Caminos, donde la incidencia de la huelga, como en todas las ocasiones, es pequeña. En Arquitectura también hay lecciones y ha entrado el piquete. En la escuela de Ingeniería de montes los numerosos coches aparcados sugieren una actividad casi normal. En consejería, explican que muchos alumnos no han acudido, pero la mayoría de clases no se han suspendido.

En la cercana escuela de Agrónomos más de lo mismo. Aroa F., de 22 años, ha acudido a clases para no perderlas, aunque “hay profesores que sí la están haciendo”. Está de acuerdo con las reivindicaciones y planea acudir mañana a la manifestación que recorrerá el centro de Madrid con sus compañeras. Por los grupos de whatsapp de padres de alumnos de algunos colegios muy movilizados circula un mensaje animando a acudir a esa marcha que cerrará las protestas. “Si no te preocupa tener que pedir un préstamo para pagar la educación superior de tus hijos, puedes quedarte en casa”, se cierra.

En la Autónoma seguimiento desigual

En la estación de la Autónoma bajaban del tren mucho menos estudiantes que otro miércoles. Hay una huelga, pero algunos de sus profesores han decidido dar clase. Algunas facultades, como Humanidades, están cerradas, otras funcionan con servicios mínimos como Filosofía y Letras. En Económicas se ven algunos grupos de estudio. El piquete de casi 70 personas, en su mayoría estudiantes, recorre hasta las once de la mañana una por uno los edificios con silbatos y cantos y reparte panfletos a estudiantes y trabajadores.

Entre ellos camina Jaume Novelle, de 22 años, que debería estar en clase de disección. Está en segundo año de Medicina y le interesa dedicarse a Emergencias. Dice que su facultad es “privilegiada dentro de la Autónoma” y aun así se han clausurado clases por techos que se caían.

Cristina Cano cuenta que, desde que entró como bibliotecaria de Económicas en 2019, “se han ido reduciendo las suscripciones a bases de datos, recursos muy costosos que se usan para investigación”. La trabajadora, de 47 años, explica: “Aquí se investiga mucho y se utilizan para que estudiantes y profesores puedan hacer sus investigaciones y publicar sus proyectos”. Cano se lamenta: “La falta de personal se nota un montón, no se crean plazas nuevas y tenemos cada vez más tareas”.

Los estudiantes de la URJC no pisan clase

La Rey Juan Carlos está en una situación económica algo mejor que la Complutense ―no ha tenido que pedir un crédito― pero cerrará por segundo año las cuentas en rojo. Las saldarán con el remanente que les queda, pero no hay suficiente para el curso que viene y el temor comienza a cundir. En esa universidad no hay servicios mínimos, de forma que la biblioteca de Móstoles está cerrada esta mañana porque no ha acudido ningún trabajador. Según datos de CGT, de 22 aulas en el aulario de Fuenlabrada hay ocupadas cuatro con unos 70 estudiantes. En Aranjuez, por contra, apenas contabilizan a dos jóvenes y el personal de cafetería.

“El seguimiento es masivo, pero no total porque hay profesores que no comparten esta huelga. Hay alguna práctica y clase y eso hace que haya algo de movimiento de alumnos. También se ha mantenido una visita de un instituto”, cuenta Rubén Torices, profesor de Ecología en la URJC y miembro del piquete informativo de Móstoles.

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