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Antonio Castillo, el dramaturgo y “rasputín de Ayuso” que mueve junto con ‘los pocholos’ los hilos de la educación madrileña

Antonio Castillo tiene una compañía teatral a la que estuvieron vinculados al menos los directores generales de Secundaria y Universidades y dos diputados regionales

Antonio Castillo Algarra es dramaturgo, actor, traductor, profesor de oposiciones… y ahora también el hombre en la sombra que maneja todos los hilos de la educación madrileña, desde las escuelas infantiles a la universidad pública. Sin estar en plantilla, ha llenado de sesgo ideológico la polémica ley de educación superior (Lesuc) que pretende aprobar Isabel Díaz Ayuso, además de p...

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Antonio Castillo Algarra es dramaturgo, actor, traductor, profesor de oposiciones… y ahora también el hombre en la sombra que maneja todos los hilos de la educación madrileña, desde las escuelas infantiles a la universidad pública. Sin estar en plantilla, ha llenado de sesgo ideológico la polémica ley de educación superior (Lesuc) que pretende aprobar Isabel Díaz Ayuso, además de poner y quitar cargos a su antojo. “Es el Rasputín de Ayuso. A la altura de Miguel Ángel Rodríguez”, coinciden cinco fuentes.

Pero Castillo Algarra actúa en este caso desde el anonimato, aunque la huella es imborrable y se rastrea a través de For the fun of it, una compañía teatral y academia de preparación de opositores de la que es único dueño. Este diario tiene pruebas de que cuatro altos cargos vinculados a la Consejería de Educación han formado parte de la empresa: los directores generales de Universidades (Nicolás Casas) y Secundaria y FP (María Luz Rodríguez Lera) y los secretarios regionales del PP de Educación (Pablo Posse) y Familia (Mónica Lavin), que son a su vez diputados autonómicos. En la consejería se les conoce como “los pocholos”. Su inexperiencia en la gestión es vox populi.

Según dos de las fuentes consultadas, el consejero Emilio Viciana fue profesor de la academia. Y el director general de Enseñanzas Artísticas, el exbailarín Miguel Lumbreras, también es muy próximo a Castillo Algarra, pero no consta que haya estado relacionado con su compañía. Los tres son patronos de los Teatros del Canal, gestionados por la Comunidad de Madrid. En una de sus salas se ha programado este septiembre el último montaje del dramaturgo basado en El teatro del Mundo, de Calderón de la Barca. El dramaturgo es también una de las tres personas que dirige ahora el Ballet Español de la Comunidad de Madrid y está en su patronato junto a Viciana.

La Consejería de Educación no ha contestado a las preguntas enviadas por EL PAÍS. Se limita a responder con un escueto párrafo que no aclara nada de esta madeja de relaciones profesionales. “El proyecto de Ley de Enseñanzas Superiores, Universidades y Ciencia (Lesuc) está siendo elaborado por el Gobierno regional, concretamente por el equipo de la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades que lidera Emilio Viciana. Antonio Castillo Algarra no tiene ninguna vinculación laboral con la consejería”. Este diario ha intentado durante tres días recabar el testimonio del dramaturgo por correo, WhatsApp y finalmente mediante llamada telefónica. “No puedo hablar, estamos en plenos ensayos que estrenamos pronto “, se excusó ayer con gran amabilidad.

Castillo Algarra no mantiene trato directo con la oposición, los sindicatos, los rectores o el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, pero su poder es demasiado grande para pasar desapercibido. “Después de seis años [Ayuso fue nombrada presidenta en 2019], se cree invisible”, señala una fuente. Solo una foto en su Instagram inmortaliza su amistad. En la imagen, de diciembre de 2019, él coge a la presidenta de la cintura y en el pie escribió: “Con Isa, celebrando la Constitución”. Cuatro meses antes, ella había compartido en redes un polémico artículo del dramaturgo, en el que tildaba a los homosexuales de “monstruosos” y “no normales”, mientras negociaba con Vox y Ciudadanos su investidura. Luego borró el tuit tras incendiar las redes, pero ya la prensa se había hecho eco. No hay más rastro público de su estrecha amistad.

Dos directores generales inexpertos

El musicólogo Nicolás Casas, director general de universidades, sigue unido a la compañía teatral de Castillo Algarra. Actúa en ese auto sacramental de Calderón tocando el sacabuche, el antecesor del trombón moderno, y es uno de los directores musicales. Antes participó en otros tres montajes de For the fun of it.

La experiencia en gestión de Casas, graduado en Historia del Arte y doctor, era casi nula cuando accedió a su puesto y Madrid es un transatlántico con 206.501 inscritos el curso pasado en las universidades públicas. Con anterioridad había sido investigador cuatro años en un departamento de Musicología en la Complutense, siete meses técnico de la Fundación para el conocimiento Madr+id, dependiente de la Comunidad, y otros 15 meses de la Universidad de Comillas.

Casas llegó al cargo el 5 de julio de 2023, cuando Viciana fue nombrado consejero. Ese día tomó también posesión María Luz Rodríguez de Lera. “En los últimos años, ha sido profesora de Historia y de Lengua castellana y literatura en ESO y Bachillerato en un colegio concertado”, se explica en el Portal de Transparencia de la CAM sobre la directora General de Educación Secundaria, Formación Profesional y Régimen Especial. Y sobre su trayectoria anterior añade: “Ha llevado la administración de una academia de enseñanzas no regladas, editorial y productora de teatro”. No aparece el nombre, pero es For the fun of it. Su poder es muy grande. Más de 600.000 escolares se matricularon el pasado curso en esas etapas formativas en Madrid.

Pablo Posse, portavoz de Educación en la Asamblea de Madrid, emerge en el programa de montaje Don Juan desde Don Juan (2022) en el apartado “microfonía y regiduría”. Ahora ejerce de “benefactor” y se le agradece en los créditos de otra obra. Posse, que es ingeniero aeroespacial y está al frente de la secretaría de Educación del PP madrileño, tiene un conocimiento de la universidad también limitado. Asistía a las reuniones del consejo social de la Complutense antes y ahora de la Universidad Autónoma de Madrid en representación de la sociedad.

La bailarina Mónica Lavin, secretaria de Familia y natalidad del PP madrileño y portavoz de Familia y asuntos sociales en la Asamblea, cuenta en la red profesional LinkedIn que entre 2009 y 2016 fue profesora de inglés de For the fun of it, y entre 2014 y 2016 elaboró facturas, buscó subvenciones y trató con clientes. No ahonda en su faceta artística. En La crítica del amor, fiesta cantada (2015), de Castillo Algarra, representa el papel de Doña Leonor y la Locura.

Lavin, licenciada en Derecho, terminó aprobando las oposiciones de la administración civil del Estado en 2021. Viciana pertenece también a ese cuerpo de funcionarios desde 2006. Y la directora general de secundaria, asimismo, intentó sin éxito aprobar en 2009 y 2011 este concurso público, según se informa en Transparencia. En paralelo, y desde 2004, Castillo Algarra ha ejercido de preparador de opositores de la Administración Civil del Estado. Este diario desconoce si los cuatro se han conocido durante la preparación de los exámenes.

La impronta de Castillo Algarra es más que notable en una ley hiperreguladora, lo que sorprende siendo un hombre ultraliberal. Se legisla tanto que los rectores de las universidades públicas consideran que invade sus competencias. Las fuentes consultadas coinciden en que la norma es tremendamente controladora porque el dramaturgo “odia todo lo público”. Las asociaciones y sindicatos de las universidades públicas consideran también que Ayuso las maltrata y han convocado una huelga para los próximos 26 y 27 de noviembre.

Ayuso insiste en su interés de sacar la ideología de las aulas y, sin embargo, la Lesuc está cargada desde sus primeras páginas. Cuatro fuentes consultadas aseguran que lleva la firma de Castillo Algarra. El objetivo de la educación superior, según el borrador de la ley, no es formar a ciudadanos, sino fomentar el derecho a la educación y las libertades de enseñanza, de expresión, cátedra y “empresa en el marco de la libertad de mercado”. La palabra libertad aparece 36 veces. En uno de los primeros borradores del texto, se dictaban unas multas de hasta un millón de euros por unos atentados a la libertad de expresión que no concretaba. Castillo Algarra defendió las sanciones en la red social X.

La huella del dramaturgo se observa también en el uso constante de la palabra Hispanoamérica, en vez de Latinoamérica (que incluye a los países con otra lengua que no es el español) en el enunciado de la Lesuc. El empleo del español es una fijación. Por algo es uno de los padres de la Fundación para la libertad y las artes príncipe Baltasar Carlos que aspira a “alimentar la renovación de la cultura, la política, y las artes en español, y las lenguas de España e Hispanoamérica, y con ellas contribuir al afán de autenticidad y libertad”.

La inclinación de Castillo Algarra por las enseñanzas artísticas es latente en el texto de la ley. Ganan presencia. Los profesores universitarios podrán impartir clase en sus centros y se ofertarán doctorados conjuntamente con los campus, que cederán sus infraestructuras para que los artistas o músicos investiguen, según el borrador de la norma. Hasta 2023 no había una dirección general de ese campo.

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