La vuelta a las aulas 100% presencial fracasa en 12 autonomías
Solo cinco territorios, que representan poco más del 10% del alumnado, la garantizan en todas las etapas. Los especialistas advierten de que la desigualdad aumentará
Casi todas las comunidades anunciaron en junio que el nuevo curso sería presencial en todos los niveles de la enseñanza general no universitaria. Las autonomías confiaron, sin embargo, en una evolución de la epidemia mucho mejor de la que ...
Casi todas las comunidades anunciaron en junio que el nuevo curso sería presencial en todos los niveles de la enseñanza general no universitaria. Las autonomías confiaron, sin embargo, en una evolución de la epidemia mucho mejor de la que ha deparado el final del verano. Guardaron en el cajón sus planes iniciales de buscar espacios alternativos, como bibliotecas y otras instalaciones municipales. Y han contratado profesores, pero muchos menos de los que hacían falta para realizar desdobles en todas las etapas. El resultado es que, empezado el curso, solo cinco territorios, que suman poco más del 10% del alumnado, garantizan la asistencia diaria de todos. El resto prevé que, bien desde segundo o tercero de la ESO o bien a partir de Bachillerato y FP, los estudiantes vayan al instituto en jornadas o semanas alternas.
Los expertos advierten de que la semipresencialidad en la enseñanza de los adolescentes ahondará en la gran desigualdad generada con el cierre de los centros educativos, y alimentará el fracaso y el abandono escolar temprano, en los que España ya se encuentra a la cabeza de Europa.
Las comunidades que mantienen la plena presencialidad son Navarra y el País Vasco —que figuran entre las más ricas—, Extremadura y Castilla y León —las únicas que han perdido alumnado en la última década, mientras en el conjunto de España aumentaba un 8%, lo que les proporciona una situación desahogada en el terreno de las infraestructuras educativas—, y Cantabria —la segunda con menor población escolar—. Entre las cinco suman el 13,3% del alumnado español.
En nueve territorios, Andalucía, Asturias, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y La Rioja, los alumnos irán en días alternos a partir del segundo o tercer curso de secundaria —en Murcia, además, los niños de infantil y primaria solo irán a la escuela cuatro días a la semana en parte de los centros—. Otras tres comunidades, Cataluña, Canarias y Galicia, prevén la semipresencialidad a partir de Bachillerato y FP. En algunos casos, el régimen de asistencia es el mismo en todos los centros, mientras que otras autonomías han dejado a los institutos elegir si los alumnos van o no a diario, en función sobre todo del espacio de que disponen para cumplir las normas de seguridad. Ello hará que la semipresencialidad sea más frecuente en las zonas urbanas.
“Existe además otra incertidumbre, y es el efecto que va a continuar teniendo la pandemia”, señala Enrique Roca, presidente del Consejo Escolar del Estado. “En pocos días hemos visto que decenas de centros han detectado contagios y han cerrado aulas. Así que también hay que contar con el confinamiento de parte del alumnado al plantearse el trabajo telemático, que afecta más a los alumnos cuanto más pequeños y en la medida en que pertenecen a grupos más desfavorecidos”.
Riesgo en la adolescencia
Ante las dificultades expresadas por la mayoría de comunidades, el acuerdo alcanzado a finales de agosto por el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas, pese a seguir apelando a la plena presencialidad, pidió que, si no era posible alcanzarla, los esfuerzos se centraran en garantizarla en infantil y primaria, para cuyos alumnos resulta muy complicado o imposible seguir la docencia online, y cuya asistencia en días alternos haría muy difícil la conciliación laboral de sus padres. Pero la semipresencialidad entraña sus propios riesgos durante la adolescencia, indica el sociólogo de la Fundació Bofill Miquel Àngel Alegre: “Existe el riesgo, sobre todo en secundaria, de que caiga la tensión a la hora de seguir los aprendizajes y mantenerse en el curso, y habrá una mayor tentación de los alumnos a dedicarse a prácticas de ocio, en la medida en que no están bajo la tutela ni custodia de la escuela. El problema será mayor en aquellos chavales que no tienen inculcada la disposición hacia lo escolar”.
“Sabiendo cómo se genera el abandono escolar, lo esperable es que ya tras estos meses de cierre de los centros puede aumentar exponencialmente. Probablemente lo ha hecho ya, lo que pasa es que todavía no hemos registrado los datos”, advierte Aina Tarabini, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y la semipresencialidad, teme Tarabini, especializada en abandono escolar temprano, agravará el problema y volverá a poner de manifiesto los fallos de equidad del sistema educativo. “Siempre que hay una transferencia de tareas escolares al ámbito familiar aumenta la desigualdad social, porque unos tienen un acompañamiento, un entorno y unos recursos tecnológicos de los que otros carecen. Se ha comprobado, por ejemplo, con los deberes. En el colectivo más vulnerable, esta nueva variabilidad de espacios, de hoy vengo y mañana no, requerirá un nivel de trabajo muy fuerte por parte de los centros e implica un riesgo de desconexión muy elevado”.
“Va a ser como tener dos grupos en vez de uno”
“Se han tomado muchas medidas para garantizar la seguridad de los centros. Pero no hemos garantizado que los profesores puedan trabajar bien los aprendizajes imprescindibles para recuperar lo que se quedó en el aire en el último trimestre y aquello que se vea interrumpido cuando se confine un aula”, avisa Enrique Roca, presidente del Consejo Escolar del Estado, el órgano asesor del Gobierno en el que están representados los actores educativos. “No se ha acordado un buen plan pedagógico para los alumnos que tengan parte de la docencia telemática ni para quienes la tengan solo presencial. Y si no hacemos nada distinto a lo de años anteriores, tendremos unos resultados pobres y será difícil no perder alumnos”. Roca cree que debería alcanzarse un amplio acuerdo en la Conferencia Sectorial de Educación, que reúne al Ministerio de Educación y a las comunidades. Pero si no es posible, debería hacerse al menos dentro de cada autonomía. Lo ideal, añade, sería cambiar el currículo, pero eso requiere cambiar la ley educativa, una modificación que está en marcha pero que tardará tiempo.
“Con la semipresencialidad vamos a tener que trabajar mucho en la autonomía de los alumnos, sobre todo con los de la ESO. Y para el profesorado va a suponer un esfuerzo metodológico muy complicado”, afirma Eva Bajén, presidenta de los directores de instituto de Aragón. “Un grupo vendrá lunes, miércoles y viernes una semana, y martes y jueves la siguiente. El otro grupo lo hará al revés. Y al final será como tener dos grupos en vez de uno. Va a ser un reto importante”.
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