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España, a su servicio

Avanzar hacia un verdadero mercado único de servicios es una apuesta por la prosperidad de toda la ciudadanía europea

En su último discurso sobre el estado de la Unión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció una nueva hoja de ruta para el mercado único que incluía el sector servicios. España se juega su prosperidad futura con estas políticas y deb...

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En su último discurso sobre el estado de la Unión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció una nueva hoja de ruta para el mercado único que incluía el sector servicios. España se juega su prosperidad futura con estas políticas y debe insistir para que el mercado único de servicios sea una realidad tangible, equiparable a la de capitales, bienes o personas. El porqué se entiende analizando la economía española en los últimos 15 años. En 2007, la construcción representaba el 16% de la producción. En 2023, esta cifra bajó al 7%. En ese periodo, las exportaciones pasaron del 26% al 39% del PIB. Esta transformación ha situado a la economía española en una posición más sólida, menos dependiente de un solo sector y apoyada en empresas exportadoras, más productivas que el resto.

Así han evolucionado también empresas y trabajadores como Lucía, una joven arquitecta en Murcia que, tras ser despedida de una constructora en 2012, decidió estudiar un máster de Administración de Empresas. En 2015 montó su propio estudio para ofrecer servicios como consultora.

En España, la venta de servicios financieros, informáticos, de ingeniería o consultoría ha crecido con fuerza. Estas empresas exportadoras, grandes y pequeñas, dinamizan la economía a través de dos caminos. Por un lado, invierten en tecnología digital y generan intangibles de alto valor añadido, como datos, programas informáticos o aplicaciones de inteligencia artificial, que apalancan su éxito. Por otro, la transmisión de esta tecnología a lo largo y ancho de la economía española, incluyendo el sector privado y el público, inyecta mejoras que favorecen la prosperidad económica y el crecimiento.

Para que estas empresas sigan progresando, y la economía española continúe digitalizándose y generando empleo, es necesario que puedan exportar sus servicios a mercados grandes. Es decir, que puedan generar economías de escala. Este es el ingrediente secreto de la economía digital. Como la mayor parte de los costes son fijos, el coste de producción por usuario tiende a bajar con el crecimiento y el coste marginal entre el cliente número 100.000 y el 101.000 puede ser incluso cero. Por eso Lucía quiere ofrecer sus servicios en Portugal y Francia, pero se encuentra con trabas administrativas, homologaciones lentas y diferencias normativas entre los países que la frenan. No solo a ella. Las empresas europeas proveedoras de servicios, tanto las digitales como las no digitales, no lo tienen fácil.

Mientras que sus homólogas en China o Estados Unidos pueden acceder a un mercado doméstico de cientos de millones de clientes, las europeas enfrentan importantes barreras para exportar dentro del territorio de la Unión. Si estas limitaciones se midieran en términos de aranceles, estos serían equivalentes a duplicar el precio final de los productos, superando el 100% de aumento.

¿Por qué? No existe el mercado único de servicios. Una empresa que quiera vender sus servicios digitales en la UE enfrenta 27 conjuntos de normas, licencias y reguladores. Solo en España, el coste de estas barreras representa un 1,3% de la producción neta. Si tenemos en cuenta que el valor neto de la producción es de 863.000 millones de euros, esto equivale a una pérdida de 11.000 millones de euros por año, que podrían invertirse, por ejemplo, en innovación y empleo.

Con un verdadero mercado único de servicios, Lucía podría crecer en Europa sin tanta burocracia. Pero también Javier, que vende su software para despachos de abogados desde Lugo a toda la UE y se enfrenta a requisitos legales y fiscales que varían en cada país; o Elena, que ha montado en Burgos una consultora de energías renovables, pero necesita intermediarios locales en Alemania o Italia para poder prestar sus servicios en esos países.

Avanzar hacia un verdadero mercado único de servicios es una apuesta por la competitividad, la innovación y la prosperidad de toda la ciudadanía europea. Para España, además, es una oportunidad para consolidar su transformación productiva y lograr que el talento, las ideas y los proyectos multipliquen su potencial.

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