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Nicolás Grau, ministro de Hacienda de Chile: “El crecimiento verde es el único camino política y materialmente factible”

El gobierno chileno aspira a recibir muchas inversiones en los negocios del hidrógeno y del litio, cuya producción quieren duplicar en diez años

Las exportaciones de Chile parecen vivir una realidad paralela. Con el resto del mundo sumido en la incertidumbre por la guerra arancelaria de Donald Trump, el país austral se prepara para repetir en 2025 el año de exportaciones récord conseguido en 2024, cuando las ventas al exterior crecieron un 5,9% hasta superar los 100.000 millones de dólares. Y con el triunfo de haber conseguido mantener en cero el arancel que paga el cobre chileno, su principal exportación, cuando entra a EE UU.

Para su exministro de Economía y actual ministro de Hacienda, Nicolás Grau, la explicación de que Chile esté en “su mejor año de exportaciones” tiene mucho que ver con su diversificación territorial, con presencia en “el mercado europeo, Latinoamérica, Estados Unidos, China y Asia en general”. Las cifras confirman la ausencia de un gran comprador único: si bien el socio comercial más importante es China, con una tercera parte de las exportaciones, el resto de las ventas están muy distribuidas: EE UU, Japón, Brasil y Corea del Sur como los principales destinos.

Fue precisamente durante un encuentro oficial con socios comerciales y de inversión, el Chile Day en Madrid, donde Grau habló con EL PAÍS sobre las inversiones en la industria chilena del hidrógeno, sobre el crecimiento verde, y sobre el logro con el que más satisfacción dejó el pasado 21 de agosto la cartera de Economía para convertirse en el nuevo ministro de Hacienda: una ley para reducir el tiempo necesario para poner en marcha un proyecto de inversión.

A todos esos trámites los llaman en Chile la ‘permisología’, una palabra que a Grau le desagrada porque obvia la necesidad de una regulación “que protege a la sociedad de riesgos relevantes”. Su Ley Marco de Permisos Sectoriales, como se llama la norma que acaba de aprobarse, aspira a reducir el tiempo de tramitación en porcentajes que varían entre un 30% y un 70% sin bajar el estándar regulatorio.

Uno de los sectores donde el gobierno progresista de Gabriel Boric esperaba recibir muchas de esas inversiones es el del hidrógeno generado con energía eólica y fotovoltaica, un negocio que no termina de despegar en el mundo. Como reconoce el propio Grau, “a nivel global, la demanda de hidrógeno a los precios que se requieren parece haberse desplazado algunos años, pero todos los estudios apuntan a que va a seguir siendo muy relevante, más allá de que el timing haya cambiado un poco”.

A pesar del retraso, Grau se mantiene optimista por cinco grandes proyectos de hidrógeno verde que ya ingresaron al Sistema de Evaluación Ambiental de Chile. “Tres de los proyectos están sobre 10.000 millones de dólares [unos 8.450 millones de euros], eso significa entre el doble y el triple de lo que se había ingresado históricamente... En toda la historia de Chile, el proyecto más grande que había entrado al sistema era de 5.500 millones de dólares [unos 4.650 millones de euros]”.

Otra pata del crecimiento verde al que aspiraba Boric es el desarrollo de una estrategia nacional para promover el litio, componente imprescindible de las baterías en la transición energética. “Estamos apuntando a duplicar la producción en diez años y disminuir el impacto ambiental con un gran esfuerzo de transformación tecnológica y de innovación que nos permita desacoplar crecimiento de impacto ambiental. Y eso es teóricamente posible y políticamente necesario”. ¿Pero de verdad es posible crecer sin contaminar? ¿O como dicen los defensores del crecimiento cero, reducir el impacto medioambiental de cada unidad producida solo sirve para seguir aumentando la producción total?

“Hasta ahora hemos tenido períodos de poco crecimiento y poca contaminación, pero no hemos tenido períodos en los que el mundo crece mucho y contamina poco”, reconoce Grau. “Pero el crecimiento verde es el único camino política y materialmente factible; hay que trabajar en eso, porque cualquier otra cosa no tiene ninguna viabilidad”, añade. “El momento en que crecimos menos y contaminamos menos fue durante la covid, un buen ejemplo de cómo es vivir en una situación de ese tipo”. En términos globales, dice, una estrategia de repartir en vez de crecer requeriría que las economías no desarrolladas crecieran mientras las desarrolladas se estancan y reparten. “Ningún gobierno va a ganar esa elección en ningún lugar del mundo, es políticamente imposible”, afirma.

Chile registró en 2024 un crecimiento de 2,6% y para este año prevé un 2,5%. Tasas que en Europa serían recibidas como una bendición son en Chile uno de los argumentos de la oposición para atacar al gobierno. “Puede ser normal que una economía ya desarrollada esté feliz con un crecimiento del 2%, pero una economía como la nuestra, llena de necesidades, necesita un crecimiento mayor”, dice. Entre esas necesidades figuran mejorar las cifras de empleo (la tasa de desocupación fue de 8,5% en 2024), la salud pública y el poder adquisitivo de empleados y jubilados. Con un valor de 0,430 en la última medición del índice de Gini (donde 0 es igualdad total y 1 es desigualdad máxima), Chile es el más desigual de los países con los que tiene frontera: Argentina (0,424), Bolivia (0,409), y Perú (0,403).

Más recaudación

Grau dice que su gobierno ha podido ocuparse de varias de esas necesidades subiendo los royalties a las mineras (“nos está permitiendo recaudar 2.000 millones de dólares extra al año”) y luchando contra la elusión y evasión fiscal (“algo que nos estaría entregando el 1,5% del PIB en recaudación extraordinaria”). Con ese dinero y recortes en otras partidas han eliminado el copago en la salud pública y pasado de 224.000 a 250.000 pesos chilenos la pensión garantizada universal [de 200 a 223 euros, aproximadamente], entre otras mejoras económicas como el incremento del 20% en el salario mínimo real (descontando la inflación).

Pero tal vez no sea suficiente de cara a las elecciones presidenciales del 16 de noviembre. Según las últimas encuestas, el candidato José Antonio Kast, de la formación de derechas y negacionista del cambio climático Partido Republicano, está en un empate virtual con Jeannette Jara, miembro del Partido Comunista y sucesora de Boric como candidata de la coalición Cambio por Chile. “A pesar de que ha habido avances muy importantes en este gobierno sigue siendo cierto que hay muchas personas con dificultades económicas y asociadas a la seguridad”, apunta. “Aunque sea cierto que han mejorado durante el gobierno, es legítimo que las personas crean que tienen que mejorar aun más; el desafío para nosotros como gobiernos progresistas es trabajar más duro para lograr mejores resultados”.

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