Si ha notado estas cosas sepa que le están moviendo la silla: es la hora de negociar un buen finiquito
Hay banderas rojas que alertan a un directivo de que su despido es inminente. Los expertos dan consejos para pactar la salida
Es posible que el consejero delegado de una compañía del Ibex no sepa que le van a despedir? Los últimos meses han estado marcados por algunas salidas de alto calado, como la destitución de José María Álvarez Pallete de la presidencia de Telefónica o la renuncia de José Ignacio Goirigolzarri en CaixaBank. Detrás de este tipo de desvinculaciones suele haber un acuerdo previo que asegura al directivo una serie de beneficios y a la propia empresa que ni su reputación ni su cotización saldrán mal paradas. El margen de maniobra para pactar será mayor si se leen con tiempo suficiente las señales que alertan a consejeros y altos ejecutivos de que el fin de su era está próximo. Lo recomendable es coger el toro por los cuernos y sentarse a negociar.
La posición del consejero delegado y de los consejeros en las cotizadas es muy sensible. La permanencia, en la mayoría de los casos, es una cuestión de confianza. “No depende solo de que sea buenísimo. Debe ser bueno y, además, leal a la casa. Debe beber de la fuente del presidente y del consejo. Como esto es subjetivo, no puedes estar constantemente en la cresta de la ola ni aferrarte a una silla. No puede ser que un director no se entere de que le van a destituir”, subraya María de la Torre, socia fundadora de GovCom Abogados, que advierte que lo habitual es que la salida se haga pública en fin de semana, para mitigar el impacto en la acción.
A veces hay que leer entre líneas, pero hay casos en que las pistas son evidentes. “Cuando hablamos de una relación de consejero ejecutivo, que es mercantil, tú eres quien adopta las decisiones estratégicas de la empresa. En el momento en que no se aceptan tus planes o se cambian y los proyectos que presentas no evolucionan, algo no va bien”, advierte Enrique Ceca, socio de Ceca Magán. Si la situación de la empresa es crítica desde el punto de vista económico, si el ejecutivo no ha cobrado el variable por no cumplir los objetivos o si ha habido un problema de gestión, todo es más obvio.
La entrada de nuevos accionistas es otra luz roja de libro. “En las cotizadas, por ejemplo, entra un fondo con una participación significativa. Si lo ha traído el propio directivo, fenomenal; pero si lo trae un consejero dominical, un accionista mayoritario, es muy habitual que no venga en son de paz, querrá cambiar cosas”, explica Rafael Núñez, socio director de Next Abogados. Si aporta dinero para reducir deuda o para cambiar la estrategia, puede ser el momento de preparar las maletas. Lo mismo ocurre cuando hay puestos duplicados fruto de fusiones o adquisiciones o tras un cambio de presidente. En estos supuestos, no hay que bajar la guardia durante unos seis meses como mínimo o bien hasta que al directivo le aprueban el presupuesto o un proyecto.
Pero algunas situaciones son más conflictivas: el directivo es apartado, le dejan de convocar a los comités operativos, ya no despacha con el presidente, no le dan presupuesto y le paralizan las iniciativas. “He visto casos en los que les trasladan el despacho junto al cuarto de baño”, asegura María de la Torre. Lo ideal, señala, es aceptarlo y evitar llegar al límite del predespido.
La sucesión
Cuando estas señales se producen, hay que anticiparse. “Lo primero es tener los deberes hechos. En una relación mercantil, la regulación es libre para las partes, pero el directivo debe tener un blindaje con un preaviso pactado ex ante. Muchas veces no se tiene una sustitución y la salida es precipitada o no consensuada. En estos casos la comunicación hacia el mercado es importantísima, por el impacto en la imagen del directivo, el daño reputacional para la compañía y porque la acción sufre”, advierte Enrique Ceca, especialista en despidos de alta dirección. Lo habitual es pactar una desvinculación con un periodo de solape para cerrar los cambios del gobierno de la compañía.
Demorar la salida y enrocarse en un conflicto no es lo más aconsejable. Los expertos recomiendan buscar asesoramiento y acordar las condiciones, que pueden ser muy variadas, sobre todo porque las empresas también están interesadas en gestionar una salida suave y una sucesión continuista para minimizar el riesgo de pérdida de relaciones comerciales, de caídas en la facturación o en el precio de la acción. “Siempre suele haber una oscilación de la cotización, que luego se recupera si la sucesión está bien gestionada”, comenta Rafael Núñez. Cuanto más se cuide el protocolo de desvinculación, menos sufrirá la empresa con el cambio de liderazgo.
En los directivos de rango intermedio, la relación laboral ordinaria está cubierta por el Estatuto de los Trabajadores, pero en los contratos de alta dirección las medidas para su salida se suelen pactar previamente, pero con tiempo se puede negociar mejor. Con todo, pueden surgir fricciones legales, por ejemplo, con las cláusulas de no competencia poscontractual: se abona un plus para que el directivo no se incorpore en una empresa competidora nada más salir. Pero si se pacta de buena fe, incluso se puede acordar una colaboración externa vía consultoría o un nombramiento como asesor externo.
En muchos casos, las salidas de altos ejecutivos del Ibex se producen por unos procesos de maduración profesional comunes para todos. Si su etapa ha terminado, lo ideal es asumirlo y gestionarlo con la misma proactividad con la que se busca un empleo. Sentarse a negociar es la mejor opción, señalan los expertos, porque el cambio es lo normal en una cotizada.
El adiós empieza con el fichaje
Las condiciones de salida se suelen pactar en el mismo momento del fichaje y son bastante estándar. Se firma un contrato de alta dirección con una remuneración fija elevada y un plan de retribución variable que incluye acciones de la compañía, que se van suscribiendo en distintas etapas a un precio menor de mercado: las stock options. También percibe un bonus en función de la marcha de la empresa y un plan de pensiones en el que la firma realiza varias aportaciones. Finalmente, se puede pactar un periodo de suspensión remunerada para evitar que se marche a la competencia.