Marieke Blom (ING): “La Bolsa será la brújula de la próxima Administración de Donald Trump”
La economista jefa del banco cree que las medidas comerciales y fiscales anunciadas por el presidente electo de Estados Unidos pueden provocar la caída de las acciones de las empresas del país, obligándole a rectificar sus políticas
Marieke Blom (50 años, Ámsterdam) se muestra prudente en sus proyecciones. La economista jefa del banco neerlandés ING advierte de que el mundo está a punto de enfrentar una nueva tormenta con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Sin embargo, el impacto económico, al menos para Europa, no será tan severo como lo fue la covid-19 o la crisis energética desatada por la invasión rusa en Ucrania. A pesar de ello, señala que el magnate y sus políticas proteccionistas representan un riesgo real para la estabilidad europea.
Pregunta. ¿Cuál es el estado de la economía mundial?
Respuesta. Varía mucho. China está bajo una enorme presión, con un crecimiento lento y tensiones significativas debido a los problemas en su sector inmobiliario. Estados Unidos sorprende con un crecimiento impulsado por los ciudadanos que no dejan de gastar. En Europa, lo que se ve es un periodo muy prolongado de estancamiento. Los consumidores están ahorrando gran parte de sus ingresos. La economía avanza a ritmo lento.
P. ¿Qué espera de la próxima presidencia de Trump?
R. No lo sabemos con certeza, porque dice muchas cosas. Ha dicho que subirá los aranceles de importación —se habla de un 10% a un 20% de manera general y hasta un 60% en algunos productos provenientes de China—, ha prometido numerosos recortes fiscales, la adopción de una desregulación en la economía —sobre todo en sectores como la energía y la banca, quizás sea menos estricto en políticas de competencia y antimonopolio—, e intentará reducir la independencia de la Reserva Federal. Pese a todo esto, creemos que su brújula será el mercado de valores.
P. ¿Qué quiere decir con ello?
R. Por ejemplo, con los aranceles: del total de bienes que importa Estados Unidos, alrededor del 50% tiene relación con las cadenas de valor internas. Al subirlos, se penalizará a los exportadores extranjeros, pero podría terminar perjudicando a empresas estadounidenses, como ocurrió con Apple en su momento. Es probable que estas compañías se opongan a esas subidas arancelarias. En temas de impuestos, déficits gubernamentales e independencia del banco central, existe el riesgo de una venta masiva de acciones estadounidenses. Esto podría devaluar el dólar, aumentar los tipos de interés y, en última instancia, dañar el mercado bursátil.
P. ¿Qué pasa si eso ocurre?
R. Su círculo cercano podría advertirle sobre los riesgos de seguir con esas políticas tan arriesgadas. Otro factor importante es Ucrania. Trump ha afirmado que logrará un acuerdo, y creemos que tiene capacidad de presión. Pero es probable que no sea un acuerdo favorable para Ucrania.
P. En este escenario, Europa no está pasando por un buen momento. Las crisis políticas y económicas debilitan a Alemania y Francia, mientras el populismo crece. ¿Es Trump una amenaza para la economía europea?
R. Las medidas que Trump está evaluando representan un riesgo para la economía europea. Primero está el aspecto de las exportaciones: las ventas a Estados Unidos están en peligro. Segundo, el tema de la defensa. Una menor ayuda de Estados Unidos a Ucrania o a Europa en general aumentaría la presión sobre las economías europeas, ya que los gobiernos tendrían que buscar formas de compensarlo, lo que tensaría aún más las finanzas públicas. El comercio es la fortaleza de Europa. Su esencia radica en la interconexión de sus pequeños países, promoviendo el intercambio para mantener la paz y la estabilidad. La preferencia de Trump por acuerdos bilaterales en lugar de multilaterales altera este sistema, generando estrés tanto económico como político. La sostenibilidad es otra preocupación. El Pacto Verde, pilar de la agenda europea, está bajo presión. El impacto de las medidas de Trump sobre Europa será gradual. Y aunque será perjudicial, no será comparable a la crisis que derivó la covid-19 o a la energética, tras la invasión rusa en Ucrania.
P. ¿Cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrenta la UE en términos de integración?
R. Los desafíos son numerosos. Uno de los principales problemas es la falta de un mercado unificado para los servicios. El Informe Draghi destaca que Europa pone muy poco el foco en la tecnología y sigue dominada por industrias como la farmacéutica, química y automotriz, sectores anclados en el pasado. Es esencial hacer la transición a industrias del futuro. Para lograr esto, los mercados deben integrarse más para permitir la competencia transfronteriza. Los responsables políticos deben considerar si todas las regulaciones actuales son necesarias o si algunas podrían simplificarse para fomentar el crecimiento, al mismo tiempo que se distribuyen los beneficios de la innovación de manera justa entre los ciudadanos.
La defensa es otra gran preocupación. Europa tiene dificultades para defenderse adecuadamente a sí misma y a Ucrania. Los costes energéticos también son un problema, aunque no el más significativo. Sin embargo, las empresas europeas están en desventaja frente a los competidores globales debido a los altos precios de la energía. Sistemas como el mecanismo de ajuste en frontera por carbono (CBAM) pueden ayudar a proteger contra la competencia extranjera, pero las empresas europeas también enfrentan desafíos para competir internacionalmente bajo estas presiones de costes energéticos.
P. ¿Cuál es su pronóstico para el PIB europeo en 2024 y 2025?
R. Hemos revisado a la baja el crecimiento del PIB para el año que viene. El crecimiento sigue siendo lento, del 0,7% para ambos años. Factores como la consolidación fiscal, las estrictas condiciones monetarias y la cautela del consumo contribuyen a este escenario. Los consumidores tienen la clave. Las tasas de ahorro en Europa son históricamente altas, por lo que, si la confianza se recupera y la gente empieza a gastar, el crecimiento podría acelerarse. Aunque esperamos que el repunte sea lento, la incertidumbre enturbia las perspectivas.
P. En este escenario, ¿cuál sería la contribución de España a la UE?
R. A largo plazo, España tiene un gran potencial en energías renovables. Sus ventajas relativas en costes de energía solar y eólica, junto con su espacio geográfico, la hacen única en Europa. Idealmente, España podría replantearse su papel en las industrias intensivas en energía, aprovechando su acceso al mar y sus capacidades en energías verdes. Además, tiene una oferta laboral infrautilizada, a diferencia de otros países europeos. Al trasladar a más trabajadores a sectores de mayor valor añadido, España podría mejorar su potencial de crecimiento y contribuir al impulso económico de Europa. A corto plazo, el país ya es un motor de la UE. La confianza de los consumidores está aumentando y el gasto está repuntando, respaldado por el crecimiento de los salarios. Este ciclo virtuoso hace que España destaque.