El trago más amargo de invertir en vino: algunas de las añadas más exclusivas pierden la mitad de su valor

Los expertos aconsejan conservar cinco años las botellas y darles seis meses para la venta

Un empleado del The Château de la Tour participa en la vendimia en Vougeot, Borgoña.JEFF PACHOUD (AFP/Getty Images)

El vino de inversión —el 0,1% del que se elabora en el planeta— está perdiendo con rapidez interés entre los ahorradores. El índice Liv-ex Fine Wine 100 Index —que se basa en los 100 vinos más deseados del mundo— ha caído a finales de julio un 18,9% con respecto a su máximo de septiembre de 2022. Acumula una corrección de 20 meses consecutivos. El mercado, en términos similares a la Bolsa, semeja un oso hibernando y el pesimismo se ha extendido a los inversores.

El valor de un clásico como es Domaine Leflaive Puligny-Montrachet Premier Cru Les Pucelles 2020 (Borgoña) se dejó más de un 60%. La botella pasó de 1.300 libras (unos 1.500 euros) a 493 (585 euros). Y un mito que lleva el nombre de Romanée-Conti Grand Cru 2019 (Borgoña) ha perdido el 45% de su precio, de cotizarse en las lindes de las 32.000 libras (rondando los 38.000 euros) a quedarse en 17.500 libras (20.800 euros).

Algunos compradores se han puesto nerviosos. Este espacio funciona igual que las criptomonedas. Carece de regulación. Y hay ahorradores-especuladores que han perdido bastante dinero. “Es realmente fácil comprar vino, pero es un poco más difícil venderlo si no lo adquiriste al precio correcto”, sostiene Robbie Stevens, responsable de intermediación de la plataforma Liv-ex en el periódico The Telegraph. Estas uvas de inversión son un mercado cíclico, y cualquiera que tenga un negocio dedicado al asesoramiento se refugia, al igual que el oso, en la excusa del largo plazo para calmar a sus clientes. Un Domaine de la Romanéé Conti, St Vivivant de 2004 ha dado un retorno del 1.104% o un burdeos de la casa, del mismo año, Chateau Lafite Rothschild, acumuló el 527%.

Pero tiempo y paciencia son palabras antónimas en el mundo de los dineros. En las últimas dos décadas, hasta mayo de este año, el Liv-ex 1.000 (recoge ese millar de añadas con mayor demanda) creció un 290,6% frente al FTSE 100, que sumó el 86,8%. Y desde el pasado lustro —acorde con la web Vin-X Ltd—, el Liv-ex Borgoña 150 (21,2%), Liv-ex Italy 100 (27,2%) y un espumoso Liv-ex Champagne 50 (40,8%) aprovecharon con alegría unos tipos muy bajos, una inflación mínima y el aumento del consumo que trajo el fin de la pandemia. Los comerciantes recomiendan “con firmeza”, acorde con un portavoz de la plataforma británica Oeno, “conservar el vino al menos cinco años y darle un margen de seis meses para la venta”.

Sin embargo, los posos se depositan al final de la botella. Todos los índices Liv-ex son sólo positivos si nos fijamos en un horizonte de un lustro. No resisten la comparación con el oro o los grandes indicadores bursátiles. Entre enero y diciembre de 2023, el Liv-ex 100 cayó el 13,2% mientras el metal precioso subía un 9% y el Nasdaq el 39%. Más cerca, en lo que va de año, el Liv-ex 100 pierde un 4,4%. En valor, pasó de 360 a 344 libras.

Resistencia a vender

Ahora, durante la vendimia, estos grandes vinos sin salida se acumulan en bodegas y almacenes. Los dueños se resisten a vender por debajo del precio de compra y asumir pérdidas, pero muchos entraron atraídos por la especulación y tienen dos opciones: esperar un cambio de ciclo o apuntarse números rojos.

La reconocida crítica de vino del rotativo Financial Times, Jancis Robinson, pese al mal momento que atraviesa la región, comentó sobre los burdeos de 2019 que “quizás es la mejor añada que, por el momento, he probado”. Veremos si los inversores tienen idéntica paciencia que los viticultores al elaborarlo. Muchos coleccionistas tienen cosechas de 2018 o 2019 aún sin vender.

“¿Cómo van a comprar las de 2023? Ha llegado la realidad. Si produces por encima de la demanda estás hinchando la burbuja”, apunta el viticultor Eduardo García. “Y el cliente chino compra mucho menos”. Existen excepciones. En Borgoña hay solo 25.000 hectáreas; sin embargo, en Burdeos, unas 125.000. Tienen que arrancar.

En España, Ribera de Duero (25.000 hectáreas) aguanta bien. Y la uva godello del Bierzo se paga a más de dos euros (un precio alto) el kilo. En cambio, la mencía se queda en 0,5 euros. Oferta y demanda. Los Barolo (Italia) mantiene sus elevados números y productores del Ródano (Francia), que no superan las 30.000 botellas de producción anual, como las bodegas Clape, Gonon o Chave, encuentran salida con facilidad a sus vinos. Esto ocurre porque muchos inversores han catado durante años de oídas.

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